viernes, 2 de noviembre de 2007

Tranquilo Denis, la navidad parece adelantarse.


Termina la temporada 2007 en este principio de Noviembre, los ciclistas dejan de dar pedales, es tiempo de que sus mandamases hagan su labor, y establezcan las bases de su proyecto para el año que viene, ya saben, patrocinadores, altas, bajas, nuevos reglamentos(cada pocos meses eso parece cambiar en el ciclismo), políticas de equipo y, por supuesto, atentos a posibles nuevos
"bombazos" de dopajes, de periodistas que hablan y de público que escucha. Público reducido, por supuesto, ya que sin competición a la vista parece ser más difícil seguir el ciclismo. Se ha cerrado un año más, en el que todo parece seguir igual. Hace no demasiado en otro modestísimo blog me quedé con una frase que rezaba más o menos así: "El Tour de 1996 como el de 2006". Brillante, elocuente. Síntesis de lo que realmente parece este mundo: muchas noticias escabrosas, muchas reuniones para cambiar el rumbo, muchos bandos todos con nuevas ideas y defendiendo supuestamente la misma bandera y finalmente para sus luchas intestinas de poder se la rompen en la cabeza unos a otros, muchas percepciones, pero han pasado 10 años, y esto sigue casi igual que antes. Pero volvamos al tema de hoy, que no es hablar de la actualidad, los que me lean habitualmente saben que esto no se hace normalmente en este blog.


El Giro de Lombardía que aún centellea en el templo en da carpetazo casi oficial a la temporada, la gran competición se cierra con una carrera con una historia que, desde 1905, llena el principio del otoño en su rocoso recorrido. Los más grandes siempre han tenido una cruz en esta carrera, desde los legendarios pioneros como Garrigou, Pelissier o Thys, hasta los más actuales Laurent Jalabert o Michele Bartoli. Las carreteras lombardas se pueblan de ciclistas, espectadores y hojas muertas y dan un hasta pronto al ciclismo, hasta que el frío invierno vaya desapareciendo en Europa. Se cierra la gran competición con un homenaje a una zona importante del ciclismo italiano, a lugares míticos para el ciclismo como Madonna del Ghisallo, que es oficialmente la patrona de los ciclistas. Y se sabe que el ciclismo siempre ha sido muy dado a estos homenajes, sea en forma de puertos míticos, a ciclistas y heroicidades, sea a puntos de interés incluso religiosos. La liturgia obliga, incluso un convencido ateo como Fausto Coppi fue relevista de la antorcha bendecida por el Papa Pio XII que centellea en Magreglio desde 1948. El respeto por la historia, por los que hicieron grande este deporte siempre ha sido, más que una obligación, un deber. Pocos deportes tienen tan arraigada leyenda y la han tenido siempre en cuenta a la hora de su honra.


Pero las crisis, sobretodo como la actual del ciclismo que es ante todo de personalidad, llevan tiempos extraños y convulsos, en los que los tiempos pasados parecen olvidarse, parecen no respetarse, parecen no contar. Así la época actual aparece ridículamente caricatuada en relación al pasado, muchas veces por acción más de sus propios fracasos que en las benevolencias pasadas. En esta situación se enmarca el tema de hoy. El título se refiere explícitamente a una carrera, a unos protagonistas pero es extensible a casi cualquier carrera del calendario actual, simplemente es un ejemplo evidente del cambio de actitud al que me refería en este mismo párrafo.


Y como si de regalos de Navidad se tratase, en la Vuelta a España de esta temporada su ganador, Denis Menchov, se llevó, gracias a la inoperancia de sus más de 190 rivales en la carretera, casi todas las clasificaciones, habidas y por haber, de la carrera. La regularidad la perdió en un último y definitivo sprint de Daniele Bennati que había llegado a la carrera a rodar, prepararse a que Ballerini le diese el visto bueno a su candidatura para la selección y, de paso, si podía caer alguna victoria en el zurrón, pues mejor. La montaña fue imperialmente dominada por un corredor que sólo luchaba por la general, que no disputó ni un solo puerto porque no le iba en ello. Pero es que nadie, ningún otro corredor salvo el modestísimo Serafín Martínez Acevedo, que había llegado a la Vuelta a España de rebote(y que no pudo a pesar de su lucha terminar la ronda) intentó ganar un premio que queda grabado para siempre en la historia de la carrera. Nadie salvo un debutante y neo vieron la posibilidad de gastar un gramo de fuerza más para posar orgulloso con un maillot que le identificase como primero en algo, como vencedor de algo. Ni los que luchaban por la general, ni los que no, nadie. Incluso a un corredor que lo llevó durante unos días, el belga Jurgen Van Goolen, se le veía en el podio con mala cara, como molesto por llevar algo que no quería y que no tenía ningún afán por retener.


Y era cuestión de tiempo que se conviertiera en un regalo. Al corredor de la general que estuviese más regular en la general, fuese quién fuese. Le tocó al dominador de toda la prueba. Pero podría haber sido otro. El regalo era simplemente eso: a quién correspondiese, como el que tira desde la azotea de la Torre Picasso un cheque al portador por una cantidad cualquiera. El que lo tenga lo podrá cobrar. Y la regularidad pues exactamente lo mismo. Lo único que cambió es que en una vuelta con tantos días de relleno, esta vez se la llevó un sprinter de rebote y no un hombre para la general de rebote. Pero igualmente de rebote. O eso parece. Sin lucha, sin nada. Como si conseguir una victoria en el ciclismo fuese fácil, como si fuese gratuito, que todos lo consiguen y pierde valor. Es curioso. Mientras algunos en su lucha por destacar por delante de otros llegan a la utilización de métodos prohibidos, sean cuales sean éstos, en el caso de destacar llevando un maillot que te indica como líder nadie lo lucha, nadie lo disputa. Algo raro pasa. Y más cuando en la nómina de ganadores están Julián Berrendero, Fermín Trueba(hermano de Vicentuco), Federico Bahamontes, Julito Jiménez, José Manuel Fuente, Jose Luis Laguía, Lucho Herrera o el Chaba Jiménez. Y algunos con peleas legendarias como Fede contra Jesús Loroño. Los dos más grandes escaladores españoles de su época luchando por lo que hoy descarta Jurgen Van Goolen, es cuanto menos curioso.


Y ésto no es cuestión tan sólo de la Vuelta, aunque en la carrera patria sea aún más bochornoso. Incluso el Tour de Francia padece las consecuencias. Por ejemplo en sus maillots, cada vez menos honrosos. Mientras que antes ganar un maillot de la montaña era motivo de heroísmo, de mucho dinero y por lo tanto de éxito y de lucha, ahora parece abocado a una lucha de secundarios, o de batir récords antiguos. El maillot verde, una auténtica religión(otra más) entre los hombres rápidos, que se batían el cobre con los más completos, dándonos luchas protagonizadas por monstruos como Rik Van Looy, Stan Ockers, Francesco Moser, Eddy Merckx, Sean Kelly, Jan Janssen o Bernard Hinault, se ha convertido en un coto de 3 ó 4 ciclistas que ponen a un par de hombres a tirar para luchar unas cuantas metas volantes. Incluso en las propias carreras cada vez se nota menos lucha. Como si los vítores, las victorias y los besos de las azafatas estuviesen ya dados de antemano, son pocos los valientes, son pocos los que realmente optan a la victoria. Mientras casi todos hablan sólo de lo mismo, como discos de vinilo rayados y sin cambio, de la peste de siempre, siempre esa misma peste, pocos escritos en prensa se leen sobre la falta de lucha en prendas tan legendarias como el maillot de la montaña. Como mucho alguna vieja gloria achacándolo a la "especialización del ciclismo", olvidando que eso existe desde casi desde que el ciclismo es ciclismo. Debe ser que una de las características del ciclismo de ahora es su generosidad.

4 comentarios:

Karpas dijo...

Hola y felicidades por el post.

Igual Lombardia es uno de los 5 monumentos por esa iglesia, no je,je???
Como la plaza de Brujas en Flandes, no??

Yo creo que lo de Menchov puede ser un regalo mas que nada por las fechas del calendario, justo antes del mundial y con todo lo bueno ya corrido, menos Lombardia.
Es un buen entreno para el mundial y si no que se lo pregunten a "el grillo".

Saludos!!

Anónimo dijo...

Muy bueno este apunte actual, lo de que nadie quiera ganar un maillot es muy preocupante, en la vuelta ya lleva pasando muchos años.

Podías haber hablado del absurdo premio de la combinada, que tiene delito que se haga una clasificación tan tonta para el líder de la general.

Anónimo dijo...

Hola,
el máximo exponente de esto fueron las ganas que tenía Bettini de perder el (horroroso) maillot morado de la regularidad y la facilidad con la que la organización accedió a su capricho de quitárselo.

Por lo menos, como consuelo pueril, el último día Benatti se tomó la molestia de disputar un sprint intermedio para asegurarse al máximo la clasificación de la regularidad.

Creo que me engancharé a tu página para tener más conocimiento de causa con la historia del ciclismo ;-).

hasta luego

alby dijo...

gracias por vuestros comentarios.

karpas: los monumentos se refieren más a ciclismo e historia, pero desde luego que las edificaciones ayudan, y mucho. Preciosa la salida de Brujas, por cierto.

herd: lo de la combinada no hace falta ni comentarlo. Para mí no es un premio en absoluto.

bernard: cierto, se me olvidó ese detalle. La organización permitiendo llevar el arcoiris "pasando" olímpicamente de reglamentos y la importancia de distinguir a los líderes, que para eso se crearon los maillots(parece que se hizo porque quedaba bonito deben pensar algunos)

un saludo.