lunes, 23 de julio de 2007

¿Qué hubiera pasado si...?


Anteponiendo los temas que expondré en los próximos días, hoy, día 23 de Julio, el Tour de Francia ha pasado, durante el recorrido de la 15ª etapa, por uno de los lugares más míticos de la historia del ciclismo español en el Tour, por el col de Menté. En ese lugar, un 12 de Julio de 1971 y tras una tormenta espantosa que sorprendió a un pelotón enfilado por los corredores del equipo Molteni, las esperanzas de un conquense de Mont-en-Marsan de vencer a Eddy Merckx se esfumaron. Maillot amarillo manchado y roto, y con grandes dolores por todo el cuerpo tras su caída y posterior remate de Joop Zoetemelk y Joaquim Agostinho, Jesús Luís Ocaña Pernía lloraba, desconsolado, más por lo que estaba perdiendo que por el dolor de los traumatismos que había sufrido. Calado por la lluvia y el barro, ayudado por los mecánicos del Bic y por el personal médico del Tour que le llevaron en helicóptero hasta el hospital de Saint Gaudens, había perdido su gran oporunidad: después de haber noqueado a el caníbal, debía remacharlo. Pero los elementos, la mala suerte, todo, se puso en contra suya. Ese día caía un ciclista, pero se forjaba definitivamente el instinto de un mito, de un ciclista grandioso y muy pocas veces recordado.


Porque en el ciclismo español hay corredores encumbrados, ciclistas que se nombran una y otra vez cuando se habla de historia, de gestas, de grandeza, y otros que muy raramente salen a la luz. Este es, sin más, un homenaje al corredor español que más ímpetu y clase desarrolló en las carreteras europeas durante su carrera deportiva. Un hombre muy pocas veces aclamado, un hombre infravalorado, a la sombra de los Induráin, Delgado o Bahamontes, que en nada tuvo que envidiarles, y que, más aún, puso contra las cuerdas de forma solitaria al corredor más grande de la historia del ciclismo, al feudalismo de Eddy Merckx, siendo simplemente el único que pudo hacerlo en la plenitud de éste. Un ciclista que, además, ha protagonizado las dos gestas más importantes y espectaculares de la historia del ciclismo español, las dos cabalgadas que marcaron una época, más aún, un hito para siempre. Y ambas en la misma perspectiva: para ser el único, el más grande, y en ambas con un sentido victorioso sin igual dentro del ciclismo patrio.


Luís Ocaña perdió en 1971 la ocasión que no cedería en 1973, sin Merckx, de demostrar que él era también un fuera de categoría en cuanto a una generación maravillosa de corredores. Entre los Felice Gimondi, Jan Janssen, Joop Zoetemelk, Lucien Van Impe, José Manuel Fuente, Raymond Poulidor, sobresalían tanto él como un monstruo rediseñado como ciclista al que denominaban "el caníbal" o "el ogro" según interesase en cada ocasión. Él fue el único capaz de sacar de sus casillas a Merckx, el único que le destronó en su esplendor, el que le hizo contraatacar de cualquier manera y en cualquier terreno y el único que consiguió hacerle llorar, no por el esfuerzo, no por el dolor, sino porque se quedó sin rival en una competencia enconada pocas veces vista con tanta intensidad en 100 años de Tour de Francia. Merckx contra Ocaña, Ocaña contra Merckx, así habían decidido correr el Tour de 1971 y así lo hicieron. Con todo el empeño y con todas las fuerzas que pudiesen ambos, y tan sólo la mala suerte, el destino si se quiere, impidió que el gran duelo cayese del lado del conquense.


Competición. Para Ocaña no existió nunca contra el belga una palabra diferente. Tras su caída en Menté, su propio hijo pequeño picaba a su padre con los periodistas en su casa de Mont-en -Marsan, subido a su triciclo, diciendo "quiero ser como Eddy Merckx, porque siempre gana". Ocaña, con una sonrisa triste se quejaba de su mala suerte "Estoy convencido que hubiera ganado el Tour, lo más duro había pasado" repetía una y otra vez. Y es cierto, con la ventaja de la que gozaba gracias a la gesta de Orcieres Merlette(atacó en solitario en Laffrey a 100km de meta y terminó en la cima de Orcieres merlette con 8.32 sobre el caníbal) estaba siendo suficiente, porque además por mucho que lo intentaba Merckx(incluso en las bajadas) no conseguía distanciar a Ocaña salvo en segundos, como en la contrarreloj. El español estaba muy fuerte, muy concentrado, por fin estaba bien de salud, sin problemas en la rodilla o en el estómago que habían dilapidado sus opciones en los años anteriores, era su Tour. Sólo tenía que aguantar las acometidas constantes de Eddy, que en la etapa del Menté había atacado casi de salida, sólo tranquilizándose en los descensos una vez que la fuga del día(que acabó crononando José Manuel Fuente, el tarangu, en la meta de Luchon en solitario) se había formado.


Ocaña aguantaba, soldado a la rueda del de Tervueren, para desesperación de éste. Su equipo ponía un ritmo infernal para fatigar a todos, su guardia color tabaco. Así llegaron a pocos kilómetros de la cima de Menté, un puerto corto pero con una pendiente respetable del 8%. Allí, sin previo aviso, una tormenta de pedrusco y lluvia helada cayó sin remisisón sobre los esforzados corredores, haciendo casi imposible la subida, y peligrosísima la bajada. Torentes bajaban de la cima con varios centímetros de espesor, la rueda estaba literalmente sobre el agua, el tubular no sobresalía más que un poco en la subida.... y nada en la bajada. Tras coronar primero del pelotón, Eddy Merckx, ignorando el peligro se lanzó al descenso "a tumba abierta". Tras una curva y contracurva se fue al suelo, llevado por un arroyo en el que se unían agua, gravilla y tierra, un auténtico torrente de lodazal que impedía utilizar el freno. Ocaña, muy pegado al campeón belga se fue al suelo casi en el mismo lugar, levantándose ambos sin tomar un respiro siquiera. Los demás bajaban también intentado no perder comba con los cappos, y de repente llegó, entre la espesa niebla de la tormenta, sin frenos y gritando, Joop Zoetemelk incapaz de controlar su bicicleta. El choque con el maillot amarillo fue tremendo. El propio holandés, que salió ileso, lo retrataba: "de repente ví que el agua impedía totalmente frenar, grité al ver a gente delante y lo siguiente que pude observar fue una mancha amarilla, con la que choque bruscamente".


Todos se se levantaron, entre los amasijos de hierros y ruedas. Merckx esperaba impaciente que llegasen sus persegudiores, pero el maillot amarillo no se levantaba, le habían tirado hacia unas rocas, estaba totalmente dolorido, ensangrentado. El Tour había terminado. Merckx no cabía en sí, no sabía cómo terminar la etapa, o si debía terminarla. Paró, siguió a rueda, sin moverse, sin hacer nada, llevado por los otros gallos de la carrera, Aimar, Zoetemelk, Van Impe... Declara:"no voy a seguir en el Tour, no, no me pertenece. He perdido este Tour, no tengo nada que hacer, me vuelvo para casa". Le tendrían que convencer, y llorando al día siguiente tomó la salida sin un maillot amarillo que llevaría a Ocaña a la clínica, como homenaje. Competición, sí, pero deporte al fin y al cabo. El propio Ocaña le intentaba ganar en lo que fuese. Años después comentaba: "sí, Merckx en la bicicleta me ganaba, pero un día le llevé por la noche a tomar unas copas y no me aguantó ni un par de asaltos". Así era, así fue. En ello se convirtió, en un hombre marcado, que necesitaba examinarse cada vez que corría, ante Merckx o ante todos si éste no estaba. Ello nos brindó páginas de grandeza ciclista sin igual, como la siempre comentada etapa de Les Orres de 1973, pero... ¿qué hubiera pasado si Luís Ocaña no se hubiera caído en el col de Menté?


Es difícil predecir lo que hubiese conseguido, los logros que hubiera acumulado o las victorias que podría haber logrado. Ese Tour seguramente tenía que tener un gran perdedor, y con la caída fue Luis Ocaña el que ocupó ese lugar, quizá sin ese episodio Eddy Merckx podría haber protagonizado otros capítulos de ataques sin cuartel para la edición siguiente. Y las posteriores. Porque si algo sabemos de el canibal, es su falta total de conformismo, y su espíritu valiente y luchador. Pero...¿y Ocaña? Ocaña hubiese conseguido algo que jamás nadie logró, que fue ganar a Merckx en el Tour en pleno rendimiento. Sin dudas hubiese sido el hito más importante de un ciclista español hasta la fecha, y probablemente hoy sería algo muy recordado, en estas tardes de Julio, Tour en la Televisión y unos comentaristas que se pasan 6 horas narrando la carrera, con sus periodos más aburridos y otros con más tensión. Por otra parte Ocaña sufrió "el síndrome Merckx", que muy probablemente no hubiera padecido en caso de haberle derrotado. Esto significa que corría siempre con las miras puestas en la excelencia, en lo máximo, no era un hombre de medias tintas. Lo que le hizo conseguir logros increibles pero cometer errores importantes.


Con ese término medio, el conquense quizá hubiera sido un corredor más completo. No en el plano físico y ciclístico, que lo era, siendo uno de los mejores escaladores y contrarrelojistas ya no sólo de la época, sino sobretodo en el mental. Le hubiese dado tranquilidad, una forma de correr espectacular pero muy posiblemente menos agónica, menos rayando con la gesta más impresionante. Seguramente hubiera conseguido más triunfos, más respeto en la Vuelta a España, podría tener un palmarés más completo. Pero seguramente también nos hubiéramos perdido al máximo exponente junto a el Tarangu del ciclismo de ataque, del ciclismo de "todo o nada", esa filosofía que ambos llevaron hasta el ámbito personal. Nos hubiéramos perdido a un genio, en toda las versiones de la expresión. Un genio tragicómico, probablemente un perro verde dentro de los escaladores que se tomaban helados en las cumbres, o sólo buscaban el premio de la montaña, o esos contrarrelojistas que basaban sus triunfos en los esfuerzos solitarios, o esos hombres de historietas de tardanzas en las cronos, pero que ha sido, cuanto menos, tan grande como ellos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta perfecto, pero tienes que hacer uno sobre el gran marco

alby dijo...

gracias por tu comentario.


En un blog de este tipo está claro que Marco Pantani siempre va a tener su sitio.

paciencia.

Anónimo dijo...

¡Que bonito!.

No he leído mucho sobre Ocaña y lo que he leído... ya sabes... incide mucho sobre la leyenda negra.

¿Me puedes recomendar algun libro?

Felicidades.

alby dijo...

Gracias por vuestros comentarios.


Sobre libros sobre ciclismo te puedo decir que hay muchos, y a la vez muy pocos, depende de como lo mires. No hay muchas publicaciones sobre ciclismo en español, pero las que hay suelen tener una calidad bastante buena.

Para iniciarte mismamente te recomedaría "plomo en los bolsillos", de Ander Izaguirre, que cuenta historias de una manera muy cercana. Pero te recomedaría 100 años de ciclismo, de la editorial Efsa, editado en 1969. Tiene un prólogo de Dalmacio Langarica, que afortunadamente pudo firmarme mi ejemplar.Es dificil encontrarlo, pero es una auténtica enciclopedia.

un saludo