jueves, 26 de junio de 2008

Perdidos del pelotón: el pionero, dos cojos.


La historia del ciclismo español está plagada de corredores excéntricos. Dentro de que el ciclismo como deporte es casi siempre fuente inagotable de personalidades únicas debido a las condiciones extremas a las que estira a sus profesionales, en España este tópico toma tintes circenses con el estudio de algunos caracteres sin parangón en la historia. Las ya recordadas enemistades de Bahamontes, las míticas pájaras de Fuente, los tejemanejes de Ruíz, el populismo de Perico o el chaba Jiménez... corredores de una forma de ser única, que daban colorido no sólo dentro de la carretera, sino también fuera. Sus formas curiosas, o rudas, o en ocasiones de una tosca ruralidad destacan junto con temperamentos en todo caso fuertes y tozudos. Solo así se consigue ser un personaje único dentro de la terriblemente llamanda serpiente multicolor, abonada a la facilidad de incluír en el anonimato a un porcentaje elevadísimo de corredores que la forman. Los protagonistas de hoy, que son dos pese a que en realidad formen un título único, son precisamente la particularización de esa exageración que tantas veces se da en el ciclismo: el anonimato y la excentricidad popular.


Todo proviene de la lucha que se armó, en las reducidas condiciones propias de la España ciclista del ya tardío 2003, entre dos bandos que jamás se llegaron a conocer pese a compartir carreteras, dos bandos que nunca se declararon la guerra hasta casi 100 años después del motivo para iniciar las hostilidades, y que representan lo que antes comentaba, la diferenciación del popular y el anónimo, de la personalidad única y el profesional corriente. Y todo saltó tras la chispa de unas investigaciones extranjeras, en un momento donde nadie en España ponía en duda nada de lo que después se conoció. Parafraseando a Ander Izaguirre en su fantástico y premiado libro, se trata de la lucha de 2 cojos. Y sí, esto sigue siendo un blog de ciclismo.


El popular era Vicente Blanco, el por todos conocido como primer español en el Tour de Francia. Un cúmulo de desdichas en la juventud, un modestísimo trabajador del hierro de la época en la que todos los trabajadores eran modestísimos en este país, pero él marcado por la tragedia de perder sus dos pies, que se convirtieron en desagradables muñones siendo aún muy joven, tras sendos accidentes desafortunados. A pesar de todo, y como la necesidad aprieta y salir adelante se trataba siempre de una cuestión de vida o muerte, pudo volver a ser un hombre útil. Y de buenas a primeras encontró una ruinosa bicicleta que se convirtió en su hobbie, en la manera de pasar el rato, competir de vez en cuando una vez que vio que tenía talento, y por supuesto ganarse unas perras, o a veces ni eso, tan sólo la admiración de un público que trataba tanto a deportistas como a sus máquinas velocipédicas como personalidades honorables y fieras competidoras. Y el caso es que Vicente, comúnmente apodado el Cojo, además era el show-biz personalizado, personalidad caliente, cercana y competidora.


Y como tenía cierto talento y una popularidad creciente, cuando ganaba cosas era de manera hercúlea, sin comer en todo el recorrido se decía. O eso decía él, después de haber escondido comida por el recorrido, ayudado por sus secuaces bromistas. Competir con picaresca en un momento de necesidad le hicieron conocido, a parte de ganar carreras como el campeonato de España y las más prestigiosas del País Vasco y Cataluña, cumbres del ciclismo español de la época, como la Volta o la Pamplona-Irún-Pamplona. Y la mitad de las veces montaba el espectáculo, ya fuera jugándole una mala pasada a sus rivales(la mítica historia de cómo rompió un lápiz en un control de mitad de carrera para que sus perseguidores no pudieran seguirle) o entrando en meta sin estar montado en la bici, o después de haber recogido un perro o de haber parado a comprar comida por ahí. En un momento en donde todo valía, él se hizo célebre porque lo que hacía era curioso y en ocasiones desternillante, dentro de la excentricidad. Y como corredor conocido, no podía ser otro el que después de tener oportunidad de correr el Tour de Francia la aprovechase y fuese a la aventura.


Y así fue como Vicente Blanco inició su andadura en el Tour de Francia de 1910(en el histórico en el que Lapize gritará:assassins! por los puertos pirenaicos), como el conocido por todos primer Español con dorsal en la línea de salida, a la que casi no llega ya que se fue desde su casa hasta París en su propia bicicleta, encuadrado en la categoría de isolés,corredores que no contaban con apoyo de ninguna clase. Evidentemente ni lo acabó, ni oportunidad tuvo. Aunque dijo que llegó dentro del tiempo, le descalificaron por cerrar el control. En todo caso el hito estaba conseguido... por otro. Porque en el año anterior 1909, el protagonista anónimo de la historia, José María Javierre, un hombre natural de Jaca y que muy pequeño se fue a vivir a Francia, no sólo había participado sino que había acabado entre los 20 primeros. Y el año en que participó Blanco también acabó, pese a que seguramente no se fijaran el uno en el otro(tampoco el hispano-francés seguramente tuviera mucho tiempo, ya que Blanco se quedó de primeras) y no supieran el uno de la participación del otro. Lo cierto es que Javierre aparecía en las listas como Habiere, con el nombre afrancesado. Una nacionalidad que no consiguió hasta el término de la primera Guerra Mundial, donde fue voluntario y de donde volvió...cojo.


Así fue cómo comenzó la historia del ciclismo español en el Tour de Francia. O con un bilbaíno pícaro y resuelto que por supuesto no pudo ni seguir el ritmo de los profesionales el primer día, después de hacerse más de 1000 kilómetros extra, o con un afrancesado profesionalizado que logró la hazaña de terminarlo en posiciones dignas, aunque su papel como español sea francamente pequeño. Normalmente se escoge siempre al primero, primero por su popularidad y segundo por el desconocimiento del segundo. Hoy simplemente nos sirve para enmarcar un ciclismo español que por esos pequeños caminos nacía y que ha llegado hasta lo que es hoy, entre sinsabores, victorias, roces, enfrentamientos, ilusiones, encubrimientos y héroes, habitualmente olvidados, seguramente también cojo.

3 comentarios:

Mi dijo...

MIra tu q bueno tu blog, desde HT he llegado a el...

Me gusta muxo, al igaal q el de Sergio.

Seguid asi.

Ander Izagirre dijo...

Está bien quitar las telarañas de vez en cuando. Menudas historias... Un saludo.

alby dijo...

gracias por vuestros comentarios.

mi: gracias por el apoyo, un placer que leas estas historias, comparto la opinión en cuanto al de Sergio.

ander: No sólo está bien quitar las telarañas, sino que seguro que es un ejercicio que ayuda a la mente, tal y como está el ciclismo actualmente debería ser de obligado cumplimiento, siempre teniendo en cuenta aquello de que cualquier tiempo pasado siempre parece mejor. un saludo a tí también.