lunes, 16 de junio de 2008

No está de moda y es un peligro



Todavía resuenan los tambores de guerra en un año poco dado a los escándalos. Uno de los corredores más importantes del pelotón daba positivo por consumo de cocaína, una droga que no sólo no mejora el rendimiento del ciclista sino que es francamente peligroso en cuanto a una posible lesión vascular, por ejemplo. Tom Boonen ya era conocido por sus prácticas poco profesionales fuera de la carretera. Varias denuncias por conducir borracho, así como rumorología diversa sobre su vida personal en cuanto a estupefacientes, relaciones de todo tipo, etc. La vida más propia de un famoso cantante pop que la de un ciclista, que incluso se marchó a vivir a Mónaco para escapar de la vorágine de la fama, con sus coches superrápidos a 200 kilómetros por hora. Una práctica poco habitual que le ha acabado dando un disgusto, ya que rauda y veloz como los superautos de Boonen, la organización del Tour de Francia le ha impedido salir en la próxima edición, a la que se preparaba para intentar un nuevo asalto al maillot verde de la regularidad, la prenda más codiciada por los sprinters. Además casi se expuso a una sanción que le hubiera mantenido en la leonera 2 años por un descuido(o una trampa como él ha dicho) o una mala práctica, como parece más probable.



En todo caso medios de todas partes no han perdido el tiempo para criticar ya no sólo el consumo de esta sustancia no tan extraña para los menos pudientes, sino el estilo de vida exagerado y sobrealimentado del corredor de Mol. "No es propio de un deportista" se ha podido escuchar, cinismo absolutamente paupérrimo si miramos a otros deportes, como el fútbol profesional(cuna de auténticos dandys) o incluso el baloncesto, con diversos escándalos de consumo de drogas y prostitución. Lo más escuchado sin embargo fue la especificación, la particularización: "no es propio de un ciclista profesional". Ahí es donde querían llegar. El tópico de ciclista-deportista de perfil bajo social al que cada vez más nos estamos acostumbrando. El ciclismo ya no crea más que héroes esforzados, sudorosos, que gorgojean y escupen y se caen y sangran. Que cuando llegan a casa comen simplemente cosas mandadas por su médico, que sus mujeres aguantan carros y carretas, que son por lo general tipos feos y humildes, todo lo contrario a caballeros con glamour. Y ejemplos como el de Boonen chocan terriblemente con ese tópico social que se ha creado, y que cada vez es más cerrado, más claro.



Es curioso que mientras en otros deportes se ha pasado de ejemplarizar a Camacho a hacerlo con Cristiano Ronaldo o Guti, un poco siguiendo el desarrollo social de comercialización e imagen, en el ciclismo ocurra justamente lo contrario, de los caballeros profesionales y héroes se ha pasado a una mezcla homogénea de seres grises que sufren. Y no se trata de desvirtuar el sufrimiento, no es para nada la intención, al contrario. Tampoco se trata de justificar una errónea forma de conducta(consumir drogas) ya no sólo de un profesional o un deportista, sino de cualquier persona. Se trata de analizar cómo se ha pasado de Hugo Koblet a Fernando Escartín, o mejor, de cómo se ha borrado lo primero para llegar simplemente a lo segundo, viendo lo primero como una forma errónea de conducta. No está de moda ser glamouroso en el ciclismo, no están de modas los enfants terribles, los profesionales de conducta divertida, de vida social alta y copas de champagne en la madrugada. En parte se trata de la brutal profesionalidad que necesita el ciclismo, en parte de la reducción evidente de la popularidad entre los demás deportes. Ya nadie se cree, o no se lo puede imaginar, que en casa de Hugo Koblet, en las orillas del Lago Zúrich, se juntasen importantes personalidades de los años 50 junto a modelos y actores de relumbrón en las fiestas de la mansión del pedaleur de charme. El suizo, casado con una supermodelo, era el ejemplo perfecto de don Juan, guapo, esbelto, un auténtico caballero, que contrajo la sífilis en un viaje de placer por Sudamérica.



Pero no es sólo un ejemplo, famosas son las algaradas de Freddy Maertens, el más chic entre los chics, un corredor que en 4 años logró casi 200 victorias, un hombre absolutamente exagerado en todo lo que hacía. Sus escarceos amorosos con las actrices más famosas(como Ornella Mutti) son legendarios, así como sus fiestas con los grupos de música rock más de moda en su jardín. Consumidor de droga más o menos habitual en esos años, fue el digno heredero de los mejores mocetones de los años 60, encabezados por el hombre más aclamado, Jacques Anquetil, capaz de enamorar a cualquier mujer de título nobiliario que se cruzase, con esos ojos azules profundos de ángel. Gran corredor, y gran bebedor y sibarita de la buena mesa, era capaz de comerse un lechón él solo, con ese apetito normando que todos sus directores temían. No comía, deboraba. Sus tormentosas relaciones no acabaron siquiera en su vejez, donde seguía teniendo un encanto inconfundible. De otra manera fueron tipos como Jan Janssen, auténticos estilistas en todos sus aspectos. Gafas tintadas, rostro impenetrable, siempre con un elegante traje, con un complemento sutil, altos, peinados a la moda, las mujeres alrededor, o Fons de Wolf o los hermanos de Vlaeminck, más centrados en la época de los 70. Las patillas de Roger son un mito del ciclismo.



Ahora es difícil encontrar algo parecido, quizá el encanto rural de Oscar Pereiro pueda parecerse, a parte del cazado con cocaína y sus compañeros de juerga, entre los que se encuentra Thomas Dekker, por ejemplo. Vida ciertamente descontrolada mezcla de juventud, dinero y fama. Es difícil imaginarse a Carlos Sastre con estrellas de la pequeña pantalla, además que en España la cosa es diferente, aunque en los 70 con Ocaña y Fuente, y sus correligionarios sí que se llegase a un glamour más... local. En otros países, como Italia, el nacimiento de dandys, aunque más apagados, es siempre habitual, siendo Mario Cipollini un dignísimo heredero de cualquiera de los desaforados juerguistas de los años 70. Un corredor tan conocido dentro de la carretera como fuera, con trajes exóticos, mujeres hermosas tirando a chonis, pelos variados y glamour, mucho glamour. Incluso las payasadas de Van der Velde, un corredor que estuvo sacando dinero una ez retirado de vender las máquinas cortacésped que robaba. Esos puntos de color hoy cada vez están más en desuso, ahora sólo se pide esfuerzo, y palmarés. Lo primero es ineherente en el ciclismo, lo segundo es francamente una fealdad si se depende de lo primero. Pero es lo que hay, mientras se desatan pasiones por otros deportes, el propio ciclismo se corta las alas. Una cosa es consumir cocaína, cosa despreciable, y otra es acabar con cualquier color que se desata del gris que todo lo cubre. Ahora ese color es un peligro, o algo indigno de un ciclista.

2 comentarios:

Karpas dijo...

Un poco torpe si que es el bicho consumiendo tal sustancia conociendo como esta el tema.
Sabiendo que ni mejora y le pueden sancionar, aunque el mismo, su equipo, la UCI y todo deportista sabe que no se ha pegado ese festival para preparar la regularidad del Tour.

Para mi continua siendo un crak!!
La ha cagado y bien, pero ya digo no le han sancionado por meterse epo, hormonas,etc... si fuese por un tema de esos lo pondria en la lista negra pero de esta manera ha demostrado que es un ser humano, un ser humano torpe pero humano y como tal comete errores.

Para el resto de la sociedad es un ciclista y como tal un dopao! Es una pena pero es asi.

Un saludo.

P.D: No veas con la Ornella!!!

alby dijo...

Pues sí la ha cagado sí, y más en el ciclismo en el que vivimos, despiadado sobretodo si se trata de un Tour de Francia que vive con la conspiración en la cabeza, con la crispación.

Pero vamos, el mayor culpable es el irresponsable, en este caso evidentemente Boonen.