jueves, 15 de mayo de 2008

Ése no es el camino


Acabo de leer ésto. La verdad es que mi intención en el siguiente artículo era hablar de las aventuras y desventuras de Miguel Poblet, pero trataré brevemente el tema, después de lo que va a pasar en la próxima etapa y lo que ya pasó en el desembarco en la bota desde Sicilia y sin "descanso". Porque la huelga de piernas cansadas de la etapa del otro día bastante fue ya, y la valentía de Rik Verbrugghe fue deleznablemente acompasada por un pelotón tristemente holgazaneado, poco predispuesto al ciclismo. Simplemente por el traslado desde Sicilia a Calabria, el pelotón se negaba a hacer lo que se espera de profesionales: competir. Y por una vez, y no son muchas veces las que ocurre, estoy de acuerdo plenamente con el alcalde de San Felices de Buelma, José Antonio González Linares, que en su recuerdo al tristemente fallecido Juan Manuel Santiesteban, trata de "mojigatería" la protesta. Y recuerda, para el lector poco dispuesto, que esos traslados han existido siempre. Pues claro que han existido siempre, y en muchísimas peores condiciones. Así como peores carreteras, más kilometraje, peores máquinas, material...


Lo curioso del tema es que los ciclistas para lo que se unen es para estas cicaterías bananeras. Permiten controles en cualquier situación personal por insospechada que ésta sea, que se les controle como si del mal de Creutzfeldt-Jakob se tratase con pasaportes biológicos, con papeles deleznables y en la mayoría insufribles ejemplos de la incapacidad de sus dirigentes, que se les vitupere en los peores momentos, que todos se laven las manos y sean ellos, acompañados o no de primas, eso no viene al caso, los que realmente acaben siendo los culpables de todo en relación al dopaje, a las trampas, a la falta de ética y moral. Se atacan entre ellos, haciendo de forma habitual leñas del árbol caído rival, así como flacos favores como de "modelos" que acompañaban por ejemplo la ridícula carta de la UCI. En todo eso los ciclistas demuestran su total falta de unidad, de escrúpulos a la hora de competir, de buscar la desgracia ajena que acerca el éxito propio, aunando en el deterioro general del deporte que practican. Pero, en un ejercicio de cinismo y mezquindad sin parangón, se unen en cosas como ésta, quejarse por traslados, por nimiedades que no llevan a ninguna parte, que apenas se notan en nada, que han pasado en momentos anteriores, que pasan y que seguirán pasando, acostumbrados a unas normas en las carreras. Pero para éso sí hay unidad.


Pues señores, vuelvo al título del post: ése no es el camino. No se puede dar el brazo a torcer en los momentos claves y ser una piña para protestar por unas condiciones que hubieran soñado los ciclistas de no hace tanto tiempo. El ciclismo es un deporte honroso, que premia el esfuerzo, individual y colectivo, por igual. En ese mismo esfuerzo radica su importancia y heroísmo. Y es más, es justamente la base del deporte que practican de forma profesional. Pero como en el ciclismo de los últimos años parece ser que se ha convertido en un símbolo de modernidad(¿?) o incluso lucha anti-dopaje(¡!) reducir drásticamente el kilometraje de las etapas de cara al "espectáculo", ahora eso de sobrepasar los 200 kilómetros para un profesional da la sensación de que está mal. Hay mucha tensión, hay mucho cansancio, o eso se escribe. Mientras la cobra Riccardo Riccó promete dar guerra a Di Luca hasta en los sprints. ¿Esto no es ciertamente un sinsentido? Historicamente el ciclismo ha sido un deporte muy sufrido, cualquiera que lo haya practicado en mayor o menor medida sabe perfectamente de lo que se trata. Pero no hay que olvidar que los ciclistas son profesionales, y que el recorrido del Giro de Italia se sabía desde hace bastante tiempo, no son hechos puntuales como una nevada mañanera o una rotonda en obras.


Pero bueno, así se hará, se acabará antes y se dará una vuelta menos de espectáculo para los aficionados, que como estamos viendo pese a ser días de diario y momentos poco importantes en el desarrollo de la carrera, no faltan a su cita italiana en las cunetas, con pancartas, adornos y bienvenidas. Para eso sí parece que hay unidad, para dar una vuelta menos a un circuito de unos cuántos kilómetros que, como siempre pasa en el ciclismo con este tipo de recorrido, premia a los fans, pero en lo que se trata a derechos inalienables de un profesional(que se lo pregunten a Jacques Anquetil como reaccionaba), como la privacidad o la libertad, es mejor mirar a otro lado mientras sea el rival el que es acosado, detenido, tratado de forma bejatoria o insultado. Pues me voy a permitir una opinión, que es la que da título al escrito, ése no es el camino. El camino no es luchar por la nimiedad y privar de 30 kilómetros a los aficionados o a los ciclistas de la zona, o lo que sea. El camino no es poner en tela de juicio un traslado corto, un recorrido algo largo(ridículo si miramos números en carreras de no hace tanto tiempo) o esas pequeñas cosas que surgen en carrera, como si fueran niños ofendidos que buscan el favor y la atención de sus papás. Así no se consigue respeto, se consigue que las viejas glorias, como ese corredor que ganó a Merckx en un prólogo del Tour de Francia, te den una lección de ciclismo.

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