domingo, 23 de septiembre de 2007

Enemigo público número 1


Ronse es una ciudad de 25.000 habitantes en la zona más sur del Oost-Vlaanderen. La zona valona lo denomina Renaix, y como casi siempre ocurre en el ciclismo, esa forma afrancesada de llamarlo es la preferida por casi todos. Es un lugar muy habituado al ciclismo. En sus alrededores reinan los típicos bergs, las colinas propias de la geografía flamenca y valona. Mientras en un lado los llaman bergs o muurs, en el otro lado se llaman cotes. Sea como fuere, carreras del calado e historia de Omloop Het Volk(la semi-clásica que abre la temporada de primavera en Flandes) y por supuesto de Ronde van Vlaanderen(el Tour de Flandes), suelen ser invitados a los alrededores de Ronse, sobretodo en el Kluisberg, un muro hoy asfaltado que hace 44 años tenía un adoquín marchito y grisáceo. Un kilómetro al 6,8% con rampas que llegan al 15% son sus señas de identidad. Habitualmente se añade en el Tour de Flandes como aperitivo del Kwaremont y como inicio de toda la serie de 15 muros que llevarán a los corredores hasta Ninove.


En el ciclismo, además de por esos datos, Ronse es conocida como sede de los dos campeonatos mundiales de ciclismo más extraños y polémicos de la historia. El primero, y su protagonista, será el tema del que hablará este artículo. En el segundo, ganado por Maurizio Fondriest, hubo hasta una demanda judicial, presentada por el gran favorito, Claude Criquielion, contra Steve Bauer, que le había cerrado en el sprint y le había tirado por los suelos. Esa demanda, además de hacerle perder la medalla al belga, le hizo pagar 12.000 euros al canadiense, que salió ileso tanto en lo deportivo como en lo judicial. Era el año 1988, había pasado un cuarto de siglo desde el anterior mundial en esa ciudad flamenca. Los organizadores no pensaban que podría ocurrir otro Mundial con tanto qué hablar ni con tanta polémica. Ya que en 1963, algunos incluso llegaron a las manos.


En 1963, Benoni Beheyt, nacido en una pequeña localidad flamenca, aun no había cumplido los 23 años cuando fue llamado por la selección belga, el equipo que corría en casa y que llevaba una escuadra potentísima, para defender los colores de su país. Su nombramiento no era extraño, pese a la gran competencia que existía en una nacionalidad tradicionalmente ciclista, ya que ese año había debutado en el Tour de Francia, y había conseguido vencer en carreras del prestigio de Gante-Wevelgem o el Tour de Wallonia. Era un ciclista duro, al más puro estilo belga: rodador incansable, difícil de dejar atrás, luchador, potente en las subidas cortas y rápido en llegadas en grupo. Un buen clasicómano, que, enrolado en el Wiel's-Groene Leeuw, tenía mucha pinta de poder despuntar en los años venideros. Era un joven sin miedo, de los que podía imponer su liderazgo en su equipo a corredores más veteranos como Eddy Pauwels o Gilbert Desmet. Su papel en la selección en todo caso no pasaba de ser el de los demás: ayudar a Rik Van Looy, keizer van Heerentals, a conseguir su tercer entorchado mundial.


El corredor de las cercanías de Amberes, acababa de realizar su posiblemente mejor Tour de Francia, venciendo en 4 etapas, y había sido campeón del Mundo en 1960 y 61, además de haber conseguido ya vencer en el Campeonato de Bélgica, París-Tours, Milán-San Remo, Tour de Flandes, Lieja-Bastogne-Lieja, París-Roubaix, Gante-Wevelgem, Giro de Lombardía, 12 etapas en el Giro, 4 en el Tour y coleccionar a finales de ese año más de 250 victorias entre carreras y critériums. Tenía 31 años, estaba en los mejores momentos de su carrera y tenía una Mundial a su medida en su propio país. Además todas las estrellas que confeccionaron esa selección, los Giuseppe Pino-Cerami, Raymond Impanis, Josef Planckaert... estaban dispuestos a colaborar. El gallinero estaba tranquilo, Rik Van Steenbergen, su archienemigo declarado, estaba más próximo a la retirada que otra cosa. Él era el indiscutible emperador, era una de las estrellas rutilantes junto a Jacques Anquetil, el emergente joven Raymond Poulidor y otros venerados como Federico Martín Bahamontes o Charly Gaul. Estaba todo preparado para su victoria.


El recorrido era llano con el Kluisberg a 10 de meta. El lugar perfecto para seleccionar a los sprinters menos resistentes y poder preparar la llegada para Van Looy. Había corredores importantes que podrían hacerle sombra, como el francés Andre Darrigade, los holandeses Jo de Roo y Jo de Haan, y por supuesto los italianos, con Nino de Filippis, que ya había puesto en dificulades a Van Looy en anteriores campeonatos, pero la selección belga estaba en bloque con su líder, y el recorrido era perfecto. Todas las piezas estaban en su lugar en la salida, una soleada mañana de septiembre. El ritmo fue dejando el grupo más pequeño, tras unos comienzos marcados por la habitual escapada consentida. Pero el equipo belga no estaba para regalos, llegado el último paso por el Kluisberg, los belgas impusieron un ritmo fortísimo, capitaneados por Pino-Cerami. En lo alto de la colina tan sólo 29 corredores aguantaban delante, con Van Looy escoltado todavía por otros 6 compañeros. La victoria no podía fallar. Quedaban menos de 7 a meta y los belgas comenzaron a preparar la llegada, ritmo duro, todos relevando delante para que nadie pudiera escaparse. Todos menos Van Looy, por supuesto.


El emperador de Herentals, como así le llamaban, era un tipo bastante egoísta. Tenía mala fama entre algunos de sus rivales por su vedettismo, por su necesidad de control absoluto, de que todos trabajasen para él. En el Faema eso le había causado problemas con la "parte española" del equipo, ya que el belga impedía que corriesen el Tour en favor de sus gregarios belgas, todo músculo rodador para ayudarle. Sus malas relaciones con Rik Van Steenbergen, el otro gran belga de los 50, fueron antológicas, a veces casi llegaban a las manos. Los aficionados se dividieron. Rik I, mucho más mayor que Van Looy, provenía de la pista, era un armario en la bici. Altísimo y fornido, era un sensacional rodador y sprinter. Van Looy también, aunque menos potente. Pero era más listo en carrera, y mucho más completo. Su menor peso le hacía más ligero en las subidas, y su visión de carrera le llevaban casi siempre al grupo de cabeza con el menor esfuerzo. Así sería el final del mundial, Van Looy no había destacado en toda la carrera pero sus 6 compañeros le harían el trabajo. En el momento de los nervios, del último kilómetro, cayó en la cuenta de que sólo 5 ciclistas relevaban. Una bandera tricolor estaba en cola de grupo, pero ganaba posiciones.


Beheyt había dejado de trabajar, estaba en la trasera de la cabeza de carrera, justo hasta que llegó el último kilómetro. Realmente no había apenas trabajado, estaba haciendo su carrera. Van Looy comenzó el sprint a 200 metros de meta controlando a Darrigade y a los holandeses, con las piernas tensas del esfuerzo y los nervios. A su izquierda, apareció de repente Beheyt. Rik Van Looy, incrédulo, le intentó cerrar contra las vallas, impidiéndole el paso. Benoni no se lo pensó dos veces, y agarró el sillín de su "jefe de filas" para apartarle, y hacerse hueco. El público, extrañado y asombrado, asistía a la victoria del joven ciclista del Oost Vlaanderen. Los compañeros de selección no sabían si celebrar el doblete o mejor callarse antes de la reacción de Van Looy. Éste no cabía en sí de furia. Cogió una toalla, la tiró, no podía creerselo. Se la había jugado su propio compañero. El público, expectante, esperó a la ceremonia de entrega de medallas(en la foto). Jo de Haan, medalla de bronce no sabía donde mirar, en su papel de convidado de piedra. Van Looy estaba totalmente roto. No quería ni mirar a Beheyt, que sonreía tímidamente en lo alto del podio. Los aplausos apenas se notaron, un ambiente tenso se notaba entre el público.


El joven Benoni había ganado un campeonato del Mundo, pero todos o casi todos se le echaron encima, desde sus compañeros de selección, que había trabajado intensamente por Van Looy, pasando por sus rivales y por supuesto los aficionados, que se colocaron casi en mayoría por el gran campeón. Los pocos pero ruidosos que siguieron junto a Benoni intentaban defender a su corredor de cualquier manera. Esos días siguientes a la carrera fueron de habituales tumultos en los bares. Los aficionados de unos y otros se insultaban, y a veces llegaban a pelearse. La policía tuvo que intervenir en varias ocasiones para calmar los ánimos. André Darrigade decía después "El líder del equipo era Rik, yo me llevaba bien con los dos, pero la jerarquía hay que respetarla". Van Looy no volvió a dirigirse hacia Beheyt. Ni siquiera le miraba a la cara. Y como se suele decir, la venganza es un plato que se sirve muy frío. Y Rik Van Looy era una superestrella, uno de los corredores más poderosos e influyentes del pelotón internacional. Muchos ciclistas dejaron de dirigirse a Benoni. En su propio equipo comercial había ciclistas que no le soportaban, le tildaban de traidor. Su futuro se fue al garete. Corrió sólo dos Tours de Francia más. Cuando terminó su contrato con Wiel's-Groene Leeuw, ningún equipo de primera fila le quería en ninguna parte. Ningún critérium quería al campeón del Mundo de 1963 en su carrera. Patrocinadores, directores, organizadores y ciclistas le dieron la espalda. Su ilusionante carrera quedó en nada, pero con el campeonato del Mundo en su palmarés.

6 comentarios:

Karpas dijo...

Hola, lo primero felicitar por el gran post realizado.

Y gracias por esta informacion, no tenia ni idea!!

Un saludo y continua asi!!

David dijo...

Magnífico como siempre, pero no te mojas. ¿Crees que es lícito (o moralmente aceptable) lo de Beheyt?. Recuerdo la Vuelta que ganó Olano en la que el Chava iba más fuerte o el Tour que ganó Rijs en el que Ullrich le sacaba de rueda subiendo. Si Beheyt se reservó para la llegada (igual que Van Loy) y le superó en igualdad, pues simplemente fue mejor. Se saltó la jerarquía y eso está mal visto, pero de cara al espectáculo pienso que el más fuerte debe ganar y a veces debe dar un puñetazo en la mesa y reivindicarse. Si Indurain no hubiera tenido libertad en el Tour 91 y hubiera estado supeditado a Perico (El navarro venía de no ganar a Mauri en la Vuelta), a lo mejor el Banesto hubiera perdido el Tour. Vamos, que prefiero un rebelde que demuestre ser el más fuerte, que no un director que decida quien debe ganar por galones o trayectoria.

un saludo

Fran Reyes dijo...

Excelente blog, excelente artículo. Me ha encantado; gracias por tu página

Anónimo dijo...

Hola a todos... el post es de lo bueno lo mejor jejeje... es curioso conocer como romper la jerarquia un solo día (pero vaya dia, en el CDM, casi nada...) puede costarte tu carrera deportiva... yo estoy de acuerdo con David, el saltarse la jerarquia no debe ser motivo para montar semejante parafernalia y destrozarle la vida deportiva a este joven y prometedor corredor, quiza opine asi por el hecho de no vivir en esencia este tipo de situaciones, ya que en el ciclismo actual rara vez se dan (por no decir nunca), ahora bien, lo que si que esta claro es que una situación de este estilo daria picante al ciclismo de una manera, digamos, deportiva y no el espectaculo que estamos viviendo actualmente (sobran los comentarios), en fin, que es complicado decidir sobre si este tipo de situaciones son licitas o aceptables, depende de que valores cojas para desarrolar la opinión.

Un saludo y grandísimo artículo alby, quiza sea el que más me ha gustado de todos, pero es dificil elegir con tanto nivel.

alby dijo...

Gracias por vuestros comentarios y por vuestro apoyo.

El tema de lo moralmente aceptable en cuanto a Benoni Beheyt, es sumamente complicado. En parte es normal que en una competición deportiva se compita, por encima de amistades, nacionalidades, roles de equipo, etc. Pero hay que también respetar sobretodo el trabajo de tus compañeros. A veces una victoria individual no significa más que el gran trabajo de varios de tus compañeros, y es realmente una victoria de todos.

Creo que Beheyt se aprovechó de sus compañeros, eso es lo único que se puede achacar. Se saltó la disciplina y más que criticarle por ser más fuerte que Van Looy(una tontería, ya que si eres más fuerte debes optar a ganar) se le debe criticar por hacerlo con el desconocimiento de sus compañeros.

Para dejar claro mi posicionamiento os pongo otro ejemplo. En el Tour de 1973, el de Ocaña, los equipos españoles llegaron al pacto de trabajar para él. El KAS incluido. Sin embargo, al verse fuerte, José Manuel Fuente, el Tarangu, dijo que no había pacto, que quería ganar. Atacó a todos, atacó a Ocaña y lo hizo en buena lid. Beheyt simplemente se aprovechó de sus compañeros y sin mediar palabra se impuso a un extrañado Van Looy.


Para mí eso es lo único que le hace merecedor de réplica. Si eres más fuerte debes tener el derecho a disputar, por encima de esos actuales "roles" del ciclismo más parecidos al fordismo de las fábricas que a una competición deportiva. Por eso cosas como la de Benoni no se suelen repetir ahora, por acción de tantos pinganillos y tantas leches, que tipos como Unzúe, Riis, Lefevre o Manolo Sáiz han grabado a sangre en los corredores.

Claudio dijo...

Después de unos días en Flandes subiendo los muros flamencos he encontrado este magnífico post sobre Kluisberg. Felicidades, desde hoy ya tienes un lector asiduo más!