martes, 23 de diciembre de 2008

Feliz Navidad(y reflexión)


Quería aprovechar este espacio(y en este tiempo) para felicitar las fiestas de Navidad(cada uno tal cual la tome, ya que estas fiestas representan, en general, un tiempo más de asueto que de percepción religiosa) a todos los lectores habituales y a todos los que lo sean menos, agradeciendo su apoyo y lectura, así como desearos lo mejor para el nuevo año que está a punto de entrar. Pero después de leer ésto, quiero hacer una pequeña reflexión.


Me hace ciertamente bastante gracia cuando se relativizan(o se intenta) disciplinas, periodos históricos comunes o específicos, etc. intentando llegar a una máxima, que casi siempre suele ser interesada y equivocada(y es algo que hacemos habitualmente, me incluyo). El poso de ese artículo, de uno de los periodistas que mejor han escrito sobre la historia ciclista(en libros sobretodo), que mitifica de manera casi-sobrehumana la figura de Alberto Contador, sólo puede calificarse como ridículo. El "Mesías" del ciclismo. Parece mentira que un periodista que tanto y tan bien conoce la historia de este deporte, tanto en lo bueno, como en lo malo, caiga en ese triste y manido punto de vista, tan sacado de contexto como innecesario. En el ciclismo no existen unos Larry Bird+Magic Johnson que sacasen las castañas del fuego de la NBA allá por los años 80, tampoco un Wayne Gretzky que revitalizara el hockey sobre hielo no sólo en su Canadá natal sino reproduciéndolo por Estados Unidos, ni un Alfredo Di Stéfano que cambiase las tornas para siempre, que es lo que podríamos llamar un verdadero salvador, un verdadero punto de inflexión.

Las características tan especiales del ciclismo, que en su historia ha enraizado siempre los mitos y los momentos legendarios de una manera tan formal y pétrea, no deja lugar a dudas en cuanto a que su mito se construye con la unión, no con la diferenciación, tampoco sacando de contexto las situaciones. Eddy Merckx no puede catalogarse como un salvador, ni Bernard Hinault, ni Federico Bahamontes, ni Pedro Delgado, ni Henry Pelissier, ni Gino Bartali, ni Fausto Coppi(con el que compara, en otro ejercicio equivocado, en el artículo), ni Bernard Thevenet, ni Jacques Anquetil, aunque cada uno en su momento fueran catalogados como "salvadores" de algo, como referencia por encima del resto en cuanto a acciones más allá del propio significado deportivo. Hacerlo hoy, en el ciclismo de hoy, de pensamiento volátil y palmarés hueco, no es más que un ejercicio interesado y risible. Ni siquiera a nivel nacional, donde premian el resultadismo y el oportunismo, dentro de la prensa deportiva. Hace un flaco favor incluso al deportista, al que sobre-identifica con un período del deporte del ciclismo en franca decadencia. ése es el quid de la cuestión: antes de Alberto Contador, el ciclismo era resultadismo(Armstrong, las bielas de Casero) dopaje(escándalo Festina, Cofidis) y palmareses huecos que cambian de dueño en relación a los positivos detectados(Giro de Italia 1999), el ciclismo de 2008 y 2009 es resultadismo(Cadel Evans, Alejandro Valverde, Christian Vandevelde), dopaje(Saunier Duval, Bernhard Kohl...) y palmareses huecos que cambian de dueño en relación a los positivos detectados(Ricardo Riccó, Leonardo Piepoli...). Ciertamente, para ser un salvador no sé realmente qué es lo que ha cambiado.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Diferentes formas de pasar el invierno


Es curioso cómo cambian los tiempos, cada vez más rápido y hacia un futuro siempre más sencillo pero al fin y al cabo más elaborado, más tecnología, más necesidades. El ciclismo no es una excepción, y a las ya conocidas mejoras en los materiales, en las formas de preparación al milímetro, incluso en las prácticas prohibidas, se une la cada vez más complicada preparación invernal, que cada cual diseña en relación a las necesidades para el año siguiente. Es curioso que en un ciclismo en el que cada vez más se premia el ahorro de esfuerzos, el correr las menos competiciones posibles, el ir poquito a poco no sea que nos pasemos, los entrenos parece que cada vez empiezan antes, en lugares cada vez más exóticos(para el ciclismo) y más alejados de las carreteras que comenzarán a recorrer en Febrero, algunos de los que ya están pedaleando...¡en Diciembre!. Los entrenos son como penalidades que el corredor en mayor medida se auto-impone, ya sean más duros, menos intensivos, en series, etc. Pero lo que está de moda son las concentraciones para todo. Antes del Invierno, antes de comenzar en Febrero, antes de las grandes competiciones(Giro de Italia, Tour de Francia, Vuelta a España), para inspeccionar todo tipo de carreteras, puertos, pavés, formas, volúmenes de oxígeno, niveles de hematocrito... buscar la excelencia en cada vez mayor grado de tecnología.


Parece de grado general, al menos entre los grandes equipos, que las concentraciones se hagan en un tipo de lugar específico, con casi todos o todos los ciclistas disponibles, sean cuales sean sus objetivos de la temporada. No importa si lo que buscas es las clásicas de Abril o la mejor forma en el Tour de Francia, estas concentraciones parece ser que sirven. O eso dicen. Nos es extraño ver al Astaná en acción a principios ya de Diciembre, paseando sus estrellas por las Islas Canarias. El mundillo se extraña de que estén en acción ahora, ya. Sinceramente, lo que más me extraña es sin duda las formas. Porque lo de competir en los meses invernales se hizo siempre, pero de otras maneras. La mejor y más habitual entre los grandes rodadores, ir al velódromo y darse unas cuantas vueltas a la pista... o toda la noche, en las diferentes modalidades de competición que se fueron estipulando, a saber, puntuación, madison, scratch, tras moto... Los famosos "6 días" que fueron poblando las mejores ciudades europeas que contaban con un velódromo en condiciones, desde Octubre hasta Febrero del año siguiente. Premios en metálico y tan sólo por participar, y grandísimos especialistas, entre los que también estaban corredores profesionales de la carretera.


Entre ellos destacan 2 corredores: Patrick Sercu y Rick Van Steenbergen. El primero, nacido en Roeselare, tiene el récord de victorias absoluto en competiciones de 6 días, con 88. No sólo eso, fue campeón en los Juegos Olímpicos de 1964, así como campeón del Mundo en sprint en 2 ocasiones. Es una leyenda del ciclismo en pista, y en la actualidad dirige una de las competiciones más prestigiosas que siguen vivas en el calendario, los 6 días de Gante, donde tristemente perdió la vida Isaac Gálvez, y donde Sercu se coronó en 11 ocasiones. Por supuesto es también muy conocido por ser pareja habitual en la pista de Eddy Merckx, que hasta su accidente, en el que casi pierde la vida en una competición tras moto, era un habitual de los velódromos, corriendo habitualmente en ellos como preparación para los meses de primavera y verano. Como corredor de carretera se confirmó como un gran velocista, con gran capacidad en el llano, por eso consiguió portar el maillot verde de la regularidad del Tour en 1974, el último ganado por Merckx, portando los colores de uno de sus rivales, el Brooklyn de Roger de Vlaeminck. Consiguió un total de 6 etapas en el Tour de Francia, más 7 en el Giro de Italia, así como la Kuurne-Bruselas-Kuurne.


El caso de Van Steenbergen es aún más sonado. Es una leyenda tanto en la pista como en el asfalto de la carretera. En carretera ya hemos comentado algunas de sus grandes victorias, como las 2 victorias en de Ronde y París-Roubaix, así como en Milán San Remo, amén de etapas en las 3 grandes(15 en el Giro de Italia siendo 2º en 1951 en la clasificación general) así como por supuesto sus 3 entorchardos en el Campeonato del Mundo de ruta. Su palmarés en la pista no es mucho menos espectacular, pues algunos cifran sus victorias entre critériums, 6 días y otras pruebas en más de un millar, destacando sus 8 victorias en los 6 días de Bruselas. A parte de estos dos célebres corredores, otros muchos se batieron el cobre en las pistas como aperitivo a las competiciones. Por supuesto Eddy Merckx, pero también Rick Van Looy, Urs Freuler, Didi Thurau, Francesco Moser o Rudi Altig, en unas competiciones que, desde su primer evento en Londres en 1878, han calado muy hondo sobretodo en la cultura popular centroeuropea, siendo Alemania y Bélgica los reductos más importantes en la actualidad(Gante, Berlín, Bremen, Hasselt), sin menospreciar por supuesto a Italia, con los importantísimos aunque ya extintos 6 días de Milán(en el mítico velódromo de Vigorelli) o los actuales en Turín.


Pocos son los ciclistas de élite que mantienen viva la llama de los velódromos, el más reconocido sin duda Erik Zabel, uno de los grandes campeones alemanes de la especialidad junto a los ya citados Thurau o Altig, así como Klaus Bugdahl, Heinz Vopel o Rolf Aldag, pese a que la cultura del ciclismo en pista sigue muy viva también en el Reino Unido, con una generación impresionante en la actualidad. Desde luego no es nuevo pasarse el invierno compitiendo, o al menos pedaleando, que es en lo poco que tienen que ver estos ejemplos con los viajes a Sudáfrica, Canarias o al Caribe de los equipos en la actualidad, pasando los días de entreno(independientemente de la dureza de éste) en playas soleadas y temperaturas envidiables, donde también se aprovecha a la imagen corporativa, fichajes, palabras a la prensa... Es la comercialidad llevada a lo más básico del ciclismo, precisamente en el momento menos comercial del ciclismo en sus ya largos años de historia. Sin duda curiosa ironía.

martes, 2 de diciembre de 2008

Y tras el séptimo Tour...¡regresó!


Sinceramente, no comprendo qué se le puede pasar a un deportista de gran fama por la cabeza cuando después de haber logrado significar todo en un deporte, haberse retirado con honores(en algunos casos cuanto menos "dudosos" pero siempre se dota de cierto honor la ida de un campeón) y haber, supuestamente, colmado su ambición en las competiciones, decide volver a competir después de un cierto tiempo parado. Poner en juego las aspiraciones, ese halo místico del campeón que se marchó impoluto dejando un rastro de tiranía por donde pasaba. ¿Necesidad de reconocimiento, de aquello de "estar en el candelero"? ¿extrañar la vida de deportista, de halagos, obligaciones y prensa? ¿darse un baño de multitudes final? ¿demostrar a los demás su imposibilidad incluso con ventaja? ¿necesidad de dinero tras un tiempo de despilfarro? Viendo estos interrogantes, podríamos justificar las vueltas de muchos deportistas que por uno u otro motivo decidieron que podían volver a ser importantes compitiendo de nuevo, a saber, jugadores de baloncesto, hockey hielo, y por supuesto boxeadores. Pero volver a un mundo que se hunde a cada paso es poco justificable por muy superior que creas ser.

Pero a Lance Armstrong, el del medio de la foto principal(no confundir con los otros dos, estrellas de cine) todo eso no parece importarle. No parece importarle nadar contra-corriente, no en vano lleva haciéndolo durante toda su vida deportiva: primero siendo ciclista en un país sin tradición ninguna(todos los norteamericanos ciclistas solían estar europeizados) dejando de lado el triatlón, después luchando por su vida contra una letal enfermedad, desembocando en un triunfo rotundo personal y profesional, con una vuelta inmejorable y batiendo todos los registros en el palmarés del Tour de Francia, con 7 ediciones consecutivas. Eso sin olvidarnos de que en su vuelta, se enfrentó a todos: estamentos ciclistas, acusaciones de dopaje, afición, incluso con el resquemor obvio contra el Cofidis, su único equipo europeo. Su legado: la última vuelta de tuerca de la especialización en el calendario del ciclismo, que había dejado medio-colocada en su momento Miguel Induráin. Como buen norteamericano, que no cansaba de dejar claro en cada ocasión propicia, utilizó el pragmatismo para incidir personalmente(que no para el mundo ciclista en general) en la cultura deportiva de su país. El héroe americano, pasó de la enfermedad mortal a poner de rodillas a una estructura deportiva ajena, desconocida, pero europea, qué demonios, pasando además por encima de todas las dificultades, como acabamos de ver.

Ese legado, que muchos más que despreciar, temen, vuelve a colación de su anuncio de vuelta a las carreteras. Ya hubo un conato en su momento, que acabó en nada. Ahora parece que va en serio. Todo un paripé que está impregnando a todo el mundo ciclista, sobretodo a sus hombres de confianza. Y despertando ampollas en sus enemigos, que son muchos y muy variados. Si hay algo que sabemos no ha aprendido el texano en estos años de retiro es sin duda la discreción. Todo está siendo pormenorizadamente teatral, cada paso es un extra hacia el final más peliculero que pueda ser. El héroe contra los elementos, esta vez incluso en sí mismo, ante sus limitaciones que le pueda dar su propio organismo. Todo en contra, como siempre ¿mismo resultado? No sabemos. Lo que no se puede pasar por alto es el tono redentor de sus declaraciones, de sus intenciones, de los pasos que parece seguirá en este próximo 2009. Correrá desde el Down Under, pasando por el Giro de Italia hasta terminar en el Tour de Francia, luego ya veremos. Con una especie de "respeto a las formas"(sobretodo en el tema del Giro) que resulta innecesario, no en vano Lance Armstrong siempre ha sido un corredor que le ha dado exactamente igual la idiosincrasia(tanto la positiva como la negativa) del ciclismo. Siempre ha pretendido estar por encima.

Y no sólo eso, lo ha conseguido. Y ha creado unas formas muy evidentes e identificables de lograr no sólo los triunfos, sino en la propia forma de trabajar. Equipo 100% disciplinado, 100% a punto siempre. Deshechar absolutamente las llamadas centenariamente sensaciones del ciclista, rendimiento siempre controlado para los momentos y lugares justos, sólo cambiables por ataques de orgullo personal, el auténtico pecado capital del norteamericano. El man-machine de Kraftwerk elevado al mundo ciclista. El control férreo y feroz de las condiciones para lograr conseguir lo que nunca se pudo: asegurar(o casi) el resultado de una competición de manera positiva. Así fueron 7 años, donde la afición en Europa se desencantaba y en EE UU crecía... por él. Y así tenía que ser. Sus rivales están muertos, en sentido figurado. Rumsas, Beloki, Rasmussen, Vinokourov, Pantani, Botero, Basso, Ullrich... todos están en la leonera, de una u otra manera. Pero él vuelve a la competición después de 4 años. Esta última pirueta le puede dejar tocado para la opinión deportiva de una manera definitiva, si pierde. Si gana, el odio contra él se acentuará en el mundo del ciclismo, y conseguirá su objetivo: notoriedad en los dos ámbitos: deportivo-espectáculo. Parece ser que salir solo en las noticias de corazón no le llenaba. Veremos si ganar un 8º le calma definitivamente hacia esos "nuevos negocios", o tenemos que irle colocando en la salida del Tour de Francia de 2016.