lunes, 16 de marzo de 2009

La mejor carrera de Alberto Contador


Hemos podido disfrutar de una carrera, en esta París-Niza 2009, de una belleza general muy interesante. El recorrido era magnífico, con esos puntitos extra que suelen añadir desde A.S.O. a sus carreras. Siempre lo hacen. Parece fácil hacer los recorridos de carreras con tanta solera como el Tour de Francia o la París-Niza, con un prestigio entre los ciclistas y entre los aficionados suficiente como para, año tras año, tener una buena carrera y una buena participación. Pero ese "ingrediente extra" que añaden suele ser un bonito añadido que suma, y que no sólo mantiene el prestigio, sino que lo mejora. Mientras otros se dedican a seguir con fórmulas novedosas de allá por mediados-finales de los años 90. Así les va a unos, así les va a otros. El recorrido de esta París-Niza así lo ha atestiguado, con unas etapas preciosas, sacando jugo, el viernes y el sábado, a una zona no tan típica de una carrera marcada, desde siempre, por el Col D'Eze, así como el Mont Faron es el talismán del Tour del Mediterráneo(otra carrera que, pese a su corta edad, cuenta con un palmarés y una muy buena dosis de prestigio).

El sábado incluso mejoró la subida a Lure del Viernes, donde Contador había acabado, en principio, con la resistencia de sus rivales para la clasificación general. El paisaje y la bajada desde la côte de Mons hacia Fayence fue el lugar marcado para uno de los momentos cumbre de la temporada, en Marzo. Todo acompañó, gracias a una bajada peligrosa y preciosa y unos parajes tan impresionantes como no tan conocidos para el gran público. En ellos, el gran dominador, el corredor que llevaba tantos meses imbatido en las carreras por etapas, cometió un error según algunos, y perdió la carrera. A mí personalmente me parecieron, esos 3 días del fin de semana, los mejores de Alberto Contador desde que está en activo, pese a ser un corredor ganador de las 3 grandes, además de ésta carrera y otras cuantas. Por fin ví algo diferente, tras mucho tiempo de monotonía, en el pelotón internacional. Y no se trata de escaramuzas y ataques, grupos pequeños y lugares pintorescos a su alrededor, que siempre ayudan a las emociones de la carrera, al poso, dulce o amargo, que deja lo vivido en los recuerdos. Se trata de algo que va más allá, y no se trata de hacer proselitismo.

Después de esas victorias en Tour, Giro y Vuelta, en las que Contador pareció ser el mejor de una generación de corredores caduca marcada por ámbitos extradeportivos, además de muy floja en líneas generales en cuanto a corredores de grandes Vueltas, nos disponíamos(y aún lo hacemos) a presenciar, muy posiblemente, el dominio de éste corredor para ese tipo de carreras. Y pese al intento, vano no obstante, de hacer del pinteño un héroe a la altura(o intentando llegar a ella) de los grandes por algunos periodistas españoles, algo hacía, al menos por mi parte, que nos quedásemos fríos. Incluso tras hacer la hazaña de conseguir las 3 grandes, hito sólo igualado por auténticos gigantes del ciclismo, la sóla aparición de su nombre en comparación con los otros de ese club hacía torcer el gesto. En esos 3 días, donde Alberto Contador Velasco ha vivido la gloria, el desastre y el intento a la desesperada(todo en uno), ha demostrado acercarse a esos gigantes mucho más que ganando carreras llegando de la playa o tras la descalificación de su gran rival, o incluso tras ganar una Vuelta a España donde sólo parecía existir él mismo y que al final su victoria se cimentó en las bonificaciones.

Y lo ha hecho mediante sus acciones, no sacando tiempo a sus rivales. El ciclismo no es un simple palmarés hueco, que se oxida con el tiempo, como la propia historia del pedal lo ha demostrado con creces. Muchas veces depende de estados de ánimo, de decisiones. Así, Bahamontes se hizo ídolo y mito por tomarse un helado en La Romeyere, Charly Gaul se convirtió en una realidad tras azuzar al pelotón en el GrossGlockner como amateur en la Vuelta a Austria o Abdoujaparov fue el terror de Tahskent por su agresividad compulsiva en los sprints. Alberto Contador perdió, pero lo hizo bajo la responsabilidad de una acción que luego resultó ser equivocada, por el intento, por la ambición y la valentía de un dominio que le ha acabado por costar la carrera. Con una situación controlada a 15 kilómetros de meta, con los mejores de la general en un grupito, con más de un minuto de ventaja para la General, sin compañeros de equipo, tomó las decisiones de manera propia, sin la facilidad del que está arropado por los pretorianos. En un combate cuerpo a cuerpo se arriesgó, por ganar a parte de la General, las más victorias de etapa posibles, a recibir dentelladas de todos sus rivales. Y así fue. En vez de pactar, de hacer el típico intento de para mí lo importante para tí lo de ahora, se enfrascó en una lucha contra todos, y se vació en el intento. Esta vez, la ambición y la valentía acabaron con una importante cornada, y sin ninguno de los premios.

Al día siguiente, la lucha por la machada fue de nuevo infructuosa, con una escapada a 80 kilómetros de meta, en el col de la Porte. En ella, el trabajo no dio frutos, para él, pero dejó retratado el sentir del pelotón. A 40 kilómetros de meta, en el col de la Turbie, el líder, con un par de compañeros bastante tocados de una semana tan dura, en vez de recibir ataques y la responsabilidad que su puesto requería, recibió la ayuda de los que querían mantener la 2ª y 3ª plaza en la general, Quick Step y Saxo Bank(antiguo CSC), amenazados por el corredor madrileño, que rondaba el minuto de ventaja. Hacer el esfuerzo para rebañar las migajas, todo por figurar en el palmarés, o en la tabla de resultados del día siguiente. Es curioso, pero tengo una cosa muy clara de esta París-Niza de 2009. Dentro de 15 años no sé si me acordaré de lo ocurrido, pero estoy seguro de algo, lo más probable es que me acuerde de Luis León Sánchez, a la postre vencedor, y del fin de semana de Alberto Contador, y probablemente de las perlas de un luchador como Sylvain Chavanel durante su carrera, pero estoy seguro de que no recordaré si Frank Schleck fue segundo, tercero, o estaba participando esos días en la Tirreno Adriático. Esa, aunque en la actualidad se olvide por la búsqueda de objetos de latón huecos, es la esencia del ciclismo, y cuando por fin Alberto Contador nos demostró aquello de "lo importante es dar espectáculo".