miércoles, 6 de agosto de 2008

La ofensa del triunfo del modesto: Tour de Francia 1956




Han cambiado muchas cosas en el ciclismo desde 1956, desde ese año en el que la modestia se hizo notoria en la carrera por excelencia de este deporte. Lo que más ha cambiado, sin duda, es la mentalidad. Mientras hoy un campeón es el que queda primero, en 1956 el que ganaba, si no tenía la suficiente grandeza su triunfo, lograba una simple victoria en el palmarés, no era ni un gran campeón, ni un héroe, ni nada. Y la modestia no era una cualidad positiva en el ciclismo de los 50, en esa "edad de oro" del ciclismo que unió a varios de los mayores talentos del mismo en una década, explotando en un mar de hazañas, personalidades particulares y brillo nada más terminar la Segunda Guerra Mundial, si no se le unía la calidad, y el carácter personal definitorio. De manera tajante, un público acostumbrado a paladear la creme de la creme del ciclismo no quería que el brillo y la clase abandonara, aunque fuese momentáneamente, el Olimpo de los ganadores de las grandes pruebas en la temporada, y aún menos en el Tour de Francia siguiente a la gesta del triplete de Louison Bobet que se explicó recientemente, en el que el gran campeón francés no participaría.

A parte del bretón, las ausencias de unos Coppi, Koblet o Kubler en declive, ponía en primera línea de favoritos a jóvenes como Brankart o Gaul, que habían escoltado al francés en el podio del año anterior, a los italianos Gastone Nencini o Nino Defilippis, que habían brillado en carreras de su país pese a su juventud o al local Jean Mallejac, que junto al ya veterano Geminiani o el sprinter André Darrigade capitaneaban al equipo tricouleur francés. Precisamente al equipo titular de Francia era llamado a última hora Gilbert Bauvin, y su hueco en el equipo regional del Nord-Est-Centre lo ocupaba Roger Walkowiak, un trotamundos de ascendencia polaca, que había demostrado cierto talento como cazaetapas, que no destacaba en ningún terreno, pero que podía defenderse en casi todos. La providencia hizo que al final, estos dos corredores que no partían en ninguna apuesta como favoritos(Bauvin era más conocido, había ganado ya etapas en el Tour y había conseguido algún puesto entre los 15 mejores tanto en la grande boucle como en la Vuelta a España) se acabasen disputando la clasificación general tras haberse colado en una escapada-bidón en el final de la primera semana, junto con otro que volvería a ser podio 4 años después, Jan Adriaensens.


Precisamente esos dos factores, la ausencia de un líder sólido que controlase a los rivales, y la escapada de los 18 minutos de la 7ª etapa entre Lorient y Angers, con 31 corredores llegando a meta fugados, fueron los que marcaron el desarrollo de los acontecimientos en ese Tour. Las escapadas se fueron sucediendo, con los habituales rodadores belgas(De Bruyne) y franceses(Darrigade, Hassenforder) tomando victorias y ventajas, y Charly Gaul ganando una durísima contrarreloj en el circuito des Essarts donde Bahamontes era 4º y otros favoritos como Brankart u Ockers escalaban posiciones y demostraban su bun estado de forma. El descalabro de algunos de ellos, en la etapa entre Rouen y Caen, donde Bahamontes llegó a 10 minutos en solitario, y el grupo con Gaul, Brankart, Malléjac o Defilippis a 16, y delante gente como Walkowiak, Nencini, Ockers o Bauvin tan sólo a 2 del ganador, daba pie en la etapa 4 a otra escapada en la etapa 5, donde volvía a meterse Walkowiak aumentando su ventaja sobre los favoritos(el líder, Darrigade, le sacaba en ese momento a él 7) otros 3 minutos más. El Tour estaba enloquecido, las escapadas en los terrenos sinuosos se mantenían y Walkowiak estaba metido en todas. La sexta etapa, donde Fred De Bruyne repetía victoria parcial y Darrigade mantenía el amarillo, volvía a ver un ganador fugado con otros 18 ciclistas, que metían al pelotón principal otros 11 minutos.


Esta escapada, donde no estaba Bauvin, fue clave en el desarrollo de los acontecimientos que se dispararon al día siguiente, el día que se produjo la famosa escapada de 30 corredores con una ventaja final sobre el pelotón de 18 minutos. Walkowiak, que no había pasado del 8º puesto parcial en ninguna de las anteriores escapadas, pero que había entrado en todas, se ponía líder, y protagonizaba esa célebre imagen en la que se abraza llorando al periodista que le pregunta qué siente al ser líder del Tour de Francia. Este 29 añero, que había sido 2º en una Dauphine, lograba su sueño, vestirse de amarillo, ser el héroe por un día. Su carrera mediocre y gris con pocas victorias, ninguna de ellas de gran nombre(sólo tenía una etapa en la Vuelta de ese mismo 1956) por fin tenía un hito relevante. No podía soñar en ese momento con nada más. Bauvin y Adriaenssens se quedaban a 12 y 15 minutos respectivamente, Gaul, Bahamontes y los escaladores a más de 40. Aunque seguían pensando que los escapados que había cobrado tanta ventaja(además del líder estaban Picot, Scodeller o Lauredi que acabó 7º en la general final...) acabarían cediendo como fruta madura.


Eso sí, las escapadas no terminaban, ni los cortes en el pelotón. Uno de ellos lo aprovechaba Bahamontes para recuperar 4 minutos al líder, y 8 le recuperaba Adriaenssens en una etapa que ganaba Miguel Poblet. Dos etapas más tarde Walko perdía el amarillo, en beneficio de Voorting, en otra etapa movida donde al corredor de ascendencia polaca le adelantaban 6 corredores, entre ellos los que le acompañarían en el podio, tras perder el pelotón 14 minutos. Y así se llegaba a los pirineos, donde la etapa del Aubisque sólo aclaraba que esos 3, Walkowiak, Bauvin y Adriaenssens eran los más fuertes de los que habían logrado ventaja escapados. Las siguientes etapas pirenaicas no movieron demasiado la general, sólo demostraron que el corredor más en forma de los "favoritos" era Defilippis, que ganaba 2 de las 3 del trascurso por esa cordillera. El líder en ese momento tras los Pirineos, Adriaenssens, perdía el amarillo en una etapa de transición donde se dejaba 8 minutos, etapa previa a la llegada de los Alpes. Las dos primeras etapas fueron de resultado favorable para Walkowiak, que se ponía 3º en la llegada a Turín donde Defilippis ganaba un sprint de grupo reducido donde se encontraba el francés.


En la etapa siguiente, camino de Grenoble donde subían Cenis, Croix de Fer y Luitel, Gaul atacaba desaforadamente ganando la etapa de manera brillante y Bahamontes seguía reduciendo terreno colocándose a 13 del líder, que volvía a ser Walkowiak, que sólo perdía 8 minutos respecto al luxemburgués, mostrando una regularidad que ya su propio director en carrera, Ducazeaux, le había pedido para intentar batir a sus antiguos compañeros en las fugas de la primera semana, la regularidad sin duda fue la clave de su victoria, sufriendo en los Alpes los ataques sobretodo de Gaul(que acabaría ganando el premio de la montaña), pero también el acercamiento de Bahamontes. Beauvin y Wagtmans perdían demasiado en la cordillera alpina y se veían relegados entre el líder y los primeros en la general de los favoritos, Fede y Defilippis. Ya sólo quedaban la crono y etapas quebradizas, el terreno de Walkowiak. Pero la crono se le hizo inmensa: 73 kilómetros entre St.Etienne y Lyon, donde terminaba el 24º y salvaba el liderato con poco más de un minuto sobre Bauvin y algo más sobre Adriaenssens, que hacían top-6 en la etapa. El Tour de Francia se iba a las vitrinas de un corredor semi-desconocido, que corría para el equipo regional del noreste-centro.


Como diría el patrón del Tour en aquél momento, Jacques Goddet "la ovación del público más pareció una lamentación". En el Parc des Princes nadie estaba entusiasmado por la victoria de ese abigarrado ciclista regular que había leído la carrera, consciente o inconscientemente, mejor que nadie ese año. A base de tesón y esfuerzo, mucho esfuerzo, había logrado mantener su ventaja ante los líderes y aguantar más que sus compañeros en las diversas fugas, y ese aspecto de lucha entre la mediocridad le había dado la victoria. No se llevó apenas flashes, todo el mundo quería que acabase perdiendo, pero lo logró. A partir de ese momento se convirtió en el blanco de las críticas. Nadie pensaba que ese ciclista tuviera el caché necesario para ganar la prueba ciclista más prestigiosa. La culpa era de él, no había otra. En las cuenetas, en las conversaciones, en la prensa, todos no podían soportar a ese ciclista que había deshonrado al Tour ganando con escapadas consentidas, "a lo Walkowiak". Y él no lo afrontó nada bien. Convertirse en un personaje público de la noche a la mañana, y encima negativo, siendo blanco de críticas y bromas, le produjo una depresión de la que aún no ha escapado. No habla con la prensa. Se retiró pronto, puso un bar, pero ante la avalancha de curiosos que lo visitaban sólo para burlarse y recordarle su Tour, lo dejó para volver a su trabajo de joven en una fábrica de coches, a una vida anónima que deseaba.


CLASIFICACION GENERAL TOUR DE FRANCIA 1956:


1. Roger Walkowiak (FRA)
2. Gilbert Bauvin (FRA) a 1.25
3. Jan Adriaenssens (BEL) a 3.44
4. Federico Bahamontes (ESP) a 10.14
5. Nino Defilippis (ITA) a 10.59