lunes, 15 de octubre de 2007

El hombre que apuñaló a Homero


Este lunes parece ser que la organización del Tour de Francia hará entrega a Óscar Pereiro Sío de su maillot amarillo en relación a la edición del año pasado, en presencia, como no, de don Jaime Lissavetzky, presto a "ayudar" a los ciclistas en particular y ante todo a mostrarse con alguno de ellos preferiblemente. Quizá para que algunos se olviden de su papel en los meses posteriores(ya casi años) a la Operación Puerto. Nunca se sabe, y no os preocupeís, este blog no suele tratar de este tipo de cosas y no lo hará en esta ocasión. Ni mucho menos de la ética del momento, de los juicios pasados, del tiempo que ha pasado desde el 23 de Julio de 2006, de la complicidad perdida entre los dos protagonistas del podio de aquél día ni de si es lícito dar al segundo clasificado lo que pierde el primer clasificado por dopaje. Esos pensamientos, como digo eminentemente éticos y reflexivamente personales, creo que están de más en este momento de la película, y, si me lo permitís, creo que están mejor en la privacidad de nuestros propios designios neuronales. El protagonista de este blog siquiera será el protagonista de la foto, sólo el brazo ejecutor.


Simplemente el que apuñale al que se le han atribuído las primeras grandes historias de esos héroes sin igual, de esas epopeyas grandilocuentes, el que acabe con el Homero figurado del ciclismo. Y ese no fue otro que Floyd Landis, al que algunos llaman acertadísimamente(desde un modestísimo blog, por ejemplo) "DisneyLandis". Porque el ciclismo es grande por las jornadas épicas. El ciclismo nace del esfuerzo y la superación y se embellece con la valentía y el inconformismo. Esos dos valores, esas características únicas que forman la actitud temeraria de todo gran héroe, son las que nos han dejado los verdaderos momentos para el recuerdo de este deporte, los que los distinguen de otras situaciones más normales, más habituales, incluso más racionales, que se funden y confunden en la memoria de vez en cuando, haciéndonos incapaces de reconocerlas por sí solas más que como un grupo de repeticiones más o menos parejas de actos semejantes. La importancia del ciclismo en cuanto sobretodo a otros deportes es justamente ésa. Se desmarca de palmareses grises y oxidadas copas en vitrinas hacia el reconocimiento ante el héroe de a pie, hacia el temerario que cruzó los límites de lo "normal" y conquistó el triunfo. La posibilidad del cambio irracional, de que algo no planeado cambiara por completo el resultado racional. Esa es la magia de éste deporte, que, por otra parte, multiplica la susceptibilidad de cambios con la climatología, los problemas en las bicicletas, las caídas, estados de forma...



Esa visión del ciclismo hizo mito a Fausto Coppi, dejando gris parduzco a otros corredores importantes de su época como Fiorenzo Magni, tan sólo como simples apuntes de una historia dorada y espectacular. Fue a partir de ese momento cuando el ciclismo dejó de ser épico simplemente por terminar la carrera con vida, por no haber sido carne de caída, de un tren gracias a un paso sin vallar o de los osos en el círculo de la muerte del Tourmalet. El sprint del pelotón, el llanear sin vida ni competición hasta 250 metros del final empezaba a ser un enemigo, las cosas habían cambiado, los esforzados de la ruta, los isolés, los desherités, habían desaparecido, fruto del profesionalismo galopante del ciclismo, este deporte pasaba de una manera generalizada a la modernidad. Y el profesionalismo llevaba a la comercialización, al resultadismo, una vez pasada la posguerra en Europa. Ese resultadismo nacía, e iba alimentándose de las mentes de algunos que creyeron que con el sólo hecho de ganar serían recordados. En la actualidad, tan sólo el porcentaje de aquéllos con los héroes es lo que ha cambiado. Se ha ido desarrollando, destrozando silenciosamente y de forma salvaje la épica en el ciclismo. La búsqueda de resultados, la fórmula mágica que dará con el palmarés adecuado. Adecuado para ser recordado, para ser alguien, ganar dinero y fama. El enemigo del héroe, que subraya sus bondades ante la adversidad.


En los últimos años, ya las grandes gestas están cada vez más lejanas, que no olvidadas. Cuando existe alguna temeridad cualquiera ya piensa que no llegará muy lejos. Insensateces creen algunos. Cómo se puede atacar a 100 km de meta? muy puesto irá, seguro. O si no en 50 km le tienen... quizá solo busca el maillot de la montaña, una lucha secundaria. La igualdad de los ciclistas, la igualdad que han traído las mejoras en la preparación, material, medicina y sobretodo en la mentalidad hacen que sea más difícil luchar contra el resultadismo, ganar de cualquier manera. Las dictaduras ya no son como antes, de ciclistas, sino de ideas, de mentalidades. Ahora que algunos dicen que no se puede tener dos picos de forma(Abraham Olano dixit), que sólo se puede correr en condiciones una gran vuelta por etapas, que condicionan todo a la forma del ciclista, que hablan de túneles del viento más que de carreteras normandas o provenzanas, es el tiempo del resultadismo más aberrante, del pinganillo, de los sprints de montaña, de las decisiones en etapas contra el reloj. Esta situación se mantiene, pasan los campeones, con sus trofeos, sus podios y sus sonrisas ante vedettes locales, sin pena ni gloria, haciendo vibrar a sus aficionados con... resultados.


En este mundo, un hombre, un menonita frustrado por una cercana operación de cadera que podría acabar con su carrera, luchaba contra los elementos. Después de un desfallecimiento terrible el día anterior, Floyd Landis estaba dispuesto, ese jueves, 20 de Julio de 2006, a sobreponerse, a reverdecer viejos laureles quizá olvidados, a rememorar los días de Coppi, de Koblet, de Merckx, de Fuente. Y a 128 kilómetros de la meta de Morzine, se marchaba en solitario, buscando una oportunidad. Los más convencidos del nuevo régimen auguraban lo habitual: puede que gane la etapa, pero desfallecerá. Nada, la Joux Plane es dura y lo engullirán. Va puesto hasta las cejas, seguro. Algunos iban escuchando cantos de sirena, que movían a tiempos cálidos y soleados de los años 50 y 60, vida sencilla aunque dura, feliz aunque ganada a sudor y fuego. La estrategia había sido visada por Eddy Merckx, no podía ser, todo cuadraba a la perfección. Corredor dando de sí lo máximo. Otros, mucho más preocupados por el puestómetro miraban a sus coches esperando reacciones de los que les mandan. Tirones, ritmo sin ganas, como esperando uno de esos finales habituales que les esperan a los ciclistas fugaces, de minuto bueno como dice Pedro Delgado. Pero no.


El estadounidense, dejando atrás esa idea tan anglo-americana del pragmatismo(instalada precisamente en un deporte eminentemente europeo continental), se llenaba de confianza al ver las reacciones, al ver las referencias. Podía ser, la gesta podía dar un vuelco a su undécima posición en la general. La vida volvía a tener una especia extra que podía trastocarlo todo. Nerviosismo detrás, las cabezas pensantes del volante no pensaban, más bien querían quitarse el pinganillo antes que sus ciclistas. Cuidado que el menonita llega, y con ventaja. Apoteosis. La Joux Plane ha dado lucha de fuerzas justas, como podía esperarse, también con el escapado, que ha pagado en parte su esfuerzo, pero que, de nuevo de forma milagrosa, se ha recuperado para hacer una bajada increíble en un descenso peligroso. Fuga de 130 kilómetros, etapa, casi liderato, Eddy Merckx, Joux Plane a 40º grados centígrados. Es perfecto. Hay un nuevo héroe, hay una nueva gesta. El resultadismo se desploma, algunos, los más positivos, cantan a los cuatro vientos la desaparición de la tiranía del resultadismo, del big blue, de las contrarrelojes extraterrestres y casi de la pájara de Jacques Anquetil en Envalira. Es un día feliz para el ciclismo de siempre, el de los aventureros, el de la gente que no se arruga ante las dificultades, que las afronta.


Pero tiene truco señores, el gran Houdini parece ser que era un espía estadounidense y de ahí su fama, y Floyd Landis se había metido no se sabe cuanta testosterona. Ni Eddy Merckx, ni gesta, ni nada. Mentira. El ciclismo de la épica, en coma latente desde finales de los 80, moría sin remedio en ese 20 de Julio de 2006, víctima de una mentira. El resultadismo y la falacia de la actualidad ahogan el sentimiento de la heroicidad, imponiendo lógicas absurdas y sin sentido a algo que escapa a las normas, que no conoce de conformidad. Algunos creen que todas las gestas eran producto de la "magia negra". Justifican que ahora no se mueva ni una lagartija en los hastiados pelotones lejanos a meta. Asegurar lo ganado se puede llamar. El tiempo en el que se llamaba regalar lo perdido ha pasado. Si ni siquiera se pueden hacer dos grandes con opciones, qué más se puede pedir? Reducciones de kilometrajes, seguro. Y que no haya puertos, puede ser. Algunos creerán que eso tapará los resquicios por los que se hunde este gran barco. Hacer de este deporte todo lo que son los otros: resultados, palmarés, Copas de Europa en blanco y negro. Landis acabó con el resquicio de esperanza que levantó el mismo en el col de Saisies. Al menos siempre nos quedará una cosa: ilusión. Como los niños con los trucos de magia, en el ciclismo nunca sabes qué y cómo va a desaparecer cualquier cosa, aunque algunos desde sus volantes intenten hacer creer lo contrario.

lunes, 1 de octubre de 2007

Siguen siendo los 4 fantásticos.


Con la victoria de ayer de Paolo Bettini, de nuevo se vuelve a su guarida, al menos por un año, la posibilidad de que Óscar Freire Gómez rompa un grupo en el que de momento sigue contando. El Mundial, o mejor, el récord de victorias de los campeonatos del Mundo de ciclismo en carretera sigue siendo cosa de 4, de esos "4 fantásticos" a los que me refiero parafraseando a los míticos "Fantastic four" creados por Stan Lee y Jack Kirby. Como si de Mr. Fantástico, antorcha humana, mujer invisible y la cosa se tratase, nuestros 4 protagonistas siguen en ese Olimpo de los ganadores de la carrera de un día más importante del año, de la carrera en la que en un día se juntan todos los grandes competidores del ciclismo y se disputan la victoria. Permanecen juntos un año más, a la espera de que el único que sigue en activo, acabe con esa verdad universal del ciclismo(una de tantas), que dice que ningún corredor, gane pronto o tarde en su carrera, es capaz de lograr 4 campeonatos del Mundo, o más.


Y prosiguiendo con el paralelismo anterior de los héroes del cómic, voy a ir desgranando muy brevemente los actores principales de esta historia, esta vez de ciclismo. Comenzamos con, en este caso, "el hombre invisible", que responde al nombre de Óscar Freire. El corredor cántabro, el único que sigue en activo con sus ya 31 años, es como su sobrenombre indica, un hombre al que se le ve muy poco. Esta afirmación además en el de Torrelavega tiene muchas acepciones. La primera, y más importante, es que a pesar de sus grandes triunfos, en los que destacan estos 3 Mundiales(con Verona como ciudad talismán), las dos victorias en Milán-San Remo, las etapas del Tour de Francia, las de la Vuelta, la clásica de Hamburgo e infinidad de otras victorias de gran prestigio, es muchas veces olvidado por la prensa y los aficionados españoles salvo cuando se trata de los Mundiales. España, país eminentemente abocado a la montaña y con ello a las grandes vueltas en las que predomina ese terreno, muchas veces ha defenestrado u olvidado a otros grandes ciclistas que hicieron de su especialidad ese "otro ciclismo", como el propio Freire, su contemporáneo Juan Antonio Flecha, y sobretodo Miguel Poblet, entre otros. Como el mismo corredor de Torrelavega denunciaba al conseguir su segunda victoria en "la classicissima".


Por otro lado, es un corredor muy poco habituado a los alardes. Cuando Óscar Freire acelera, es simplemente para ganar. Lo hemos visto cuando sprinta, siempre inteligente, siempre dando las pedaladas justas en los huecos suficientes. Y lo hemos visto cuando, pese a que no es su estilo, ataca. Lo vimos en su primer Mundial en Verona, en 1999, ante los grandes favoritos como Ullrich, Casagrande, Vandenbroucke, Zberg o Camenzind, o por ejemplo, en la Flecha de Brabante, donde ha ganado los últimos 3 años. Sus rivales no le ven, las cámaras no le suelen mostrar haciendo esfuerzos de más en ataques-gaseosa o en ritmos sin sentido. Pero cuando aparece Óscar Freire es para levantar los brazos, no hay otra. Por eso es un ciclista como la copa de un pino. Porque a una clase fuera de toda duda, le añade una inteligencia, una visión de carrera y un oportunismo únicos. Es el tipo de corredor al que, estando en forma, es muy sencillo darle responsabilidad, está habituado a cumplir. Ya sea ayudándole desde el primer momento, como en Verona en 2003, o con su equipo comercial, donde casi siempre tiene que sacarse él solito las castañas del fuego.


Del más moderno pasamos al más antiguo, a "la antorcha humana", sobretodo porque cuando aceleraba de sus tubulares salía humo: Alfredo Binda. "La Gioconda", un ciclista que no pensaba serlo, que tocaba la trompeta despreocupadamente, y con bastante talento, antes de marcharse a Niza a sacar adelante su futuro, junto a su hermano. Y que, de forma amateur, consiguió ser 4º en el Giro de Lombardía de 1924, una carrera habituada a ases del ciclismo del tamaño de Henry Pelissier, o de Constante Girardengo. Se apuntó, se fue desde Niza en bicicleta como entrenamiento y quedó 4º detrás de Brunero, Girardengo y Pietro Linari. Automáticamente fichó por el Legnano, donde se quedaría toda la vida. Y donde disputaría una carrera muy intensa, con grandes triunfos, sobretodo convirtiéndose en "Campionissimo" con 5 Giros de Italia. Y por supuesto siendo una leyenda en los campeonatos del Mundo, ganando el primero de ellos que dejó participar a profesionales, el de 1927, por delante de Girardengo, azuzando esa intensa rivalidad que les hizo únicos en las carreteras italianas. También de Learco Guerra, el preferido de Benito Mussolini.


Cuenta la leyenda que Mussolini se enfadó cuando, en el sprint del campeonato del mundo de 1934 en Roma, Binda se imponía en vez de Guerra, que no lograba impedir que el ciclista de Citigglio se adelantase un par de segundos para coronarse por tercera vez. El segundo lo había ganado en sus mismas narices, en un sprint de grupo en Lieja, con el gran rival Georges Ronsse 3º, despúes de haber logrado los dos mundiales anteriores. Lo cierto es que el porqué de que Mussollini prefiriese a Learco se refería sobretodo a su apellido, más del agrado del dictador italiano. Después de él, sólo un auténtico coloso como Rik Van Steenbergen, podía igualar su gesta de ganar 3 campeonatos del Mundo. "Rik I" o el "boss" es, en esta historia, la cosa. Un hombre hercúleo(en la foto es el primero, el de detrás es Van Looy) espectacularmente esculpido, con su 1,86 m y sus 83 kilos de músculos y fuerza descomunal, que, al lado de los otros ciclistas, tan delgados, tan mermados, parecía un forzudo. Un sprinter con todas las letras, para muchos, el mejor de la historia. Y como tiene que ser, todo fuerza, todo potencia. Unos muslos como piedras, capaces de tirar en el llano como una locomotora.


Otra de las características de Van Steenbergen era su simpatía, y su buen trato hacia compañeros y rivales, lo que le hizo un hombre muy respetado en el pelotón. Puede parecer una obviedad, pero cuando tienes como enemigo en tu propia casa a uno de tus discípulos, además el más preparado, Rik Van Looy, es una ventaja. Algunos contemporáneos de su selección, como Raymond Impanis, o Stan Ockers, siempre estaban dispuestos a echar una mano a Van Steenbergen, incluso algunos rivales deportivos, como Miguel Poblet o Charly Gaul, le ayudaban en las carreras, cuando a ellos la cosa no les iba. Con el luxemburgués sobretodo tuvo muy buena relación en los mundiales. él no se jugaba nada, ya que esas no eran sus carreras, así que muchas veces trabajó para la parte de la selección belga que se destinaba para el corredor de Amberes. Muy duradero, desarrolló 21 años de carrera ciclista, en los que logró 331 triunfos en carretera y la friolera de ¡1325! en pista, en los habituales "6 días"(40 victorias en pruebas de 6 dias) y otras carreras de velódromo. Su potencia era su mejor arma, y en la pista le hacía casi imbatible. Así logró prestigiosas victorias como París-Roubaix en dos ocasiones, Tour de Flandes en otras dos, Milán-San Remo, 4 etapas en el Tour, 15 en el Giro de Italia, donde fue segundo, y 5 en la Vuelta a España con 7 campeonatos de Bélgica.


Y por supuesto 3 Mundiales. Como Freire con Verona, Van Steenbergen venció en 2 ocasiones en la misma ciudad, Copenhague, y le dedicó el nombre de la "brasserie" que tenía como negocio familiar. El primero fue en 1949. En ese mundial, muy llano, Fausto Coppi intentó escaparse una y otra vez, siempre delante, tirando, atacando. Casi lo consigue, pero a 200 metros del final Van Steenbergen lo supera con facilidad. Los periódicos italianos lo titularían con sarna: "Le aquile non scendono nelle aie". 7 años después, en la misma ciudad y en un recorrido muy parecido, llano, pero con lluvia y frío, Rik I se imponía a su compatriota Van Looy con la ayuda de Fred DeBruyne, que se negó a hacer la llegada a Van Looy pero sí se la hizo a Van Steenbergen. Exactamente igual al año siguiente, en Waregem, en un circuito con muro y bajada en pavés(la subida a tiegem), Impanis y De Bruyne se intercalaron para impedir que el triunfo fuese a parar a Van Looy, ayudando a Van Steenbergen a entrar en la historia, que ya contaba con 33 años. No pudo conseguir ningún título más, dejando el liderato de su selección a su máximo rival, con quién en alguna ocasión casi llega a las manos.


El último de nuestros fantásticos es un hombre que simplemente es eso, Mr. Fantástico. El corredor fantástico, el mejor corredor de la historia del ciclismo: Edouard Louis Joseph Merckx. De el ogro de Tervueren poco hay que decir que no se haya dicho o se vaya a decir en este blog. Por lo tanto, es anecdótico lo que pueda decir en este final de artículo sobre él, ya hablaré, como es normal, largo y tendido sobre, simplemente, el mejor.


Todos ellos comparten una acción que les hace ser los únicos socios de un selecto club. Una colección de 3 gestas que nadie ha podido coleccionar como ellos. Uno de ellos aún tiene cartas que robar del mazo, y puede que su trío se convierta en un póker, lo que nunca antes ha conseguido nadie. De momento es una simple posibilidad, que dentro de un año volverá a resonar con fuerza en nuestros oídos proveniente de los machacones medios de prensa que huelen un poco de historia y la desempolvan rápidamente y en ocasiones de mala manera. Si tengo que decir la verdad, me gusta este grupo de 4 corredores. El Mundial es, de todas las carreras, seguramente la más esquiva. Muchos grandes ciclistas no han brillado en él, de una u otra manera. Puede que sea por los recorridos, que nunca se adaptan plenamente a unos u otros. O puede que sea por esa magia del ciclismo que hace que 2+2 a veces no sean 4, y que nos ha enseñado que por muy claro que esté algo, hasta que no se consigue no se puede saborear.