sábado, 26 de abril de 2008

Prohibidos sacrilegios


Mañana domingo es un día señalado para el ciclismo. Cuando en el invierno se ven en la distancia los momentos importantes de la temporada venidera siempre se pone un hito en Abril, como también se pone en Julio. La hoja de ruta, el librillo del ciclista cuenta con unos puntos indescartables, unos puntos que rinden culto a esa extensa y muchas veces en la actualidad olvidada liturgia que ha hecho grande este deporte. Los cappos de la costa mediterránea de Liguria que desembocan en San Remo, la capilla de Geraardsbergen rumbo a Ninove de De Ronde, el trouée de Aremberg del infierno del norte, el muur de Huy en la Flecha Valona, los dolomitas italianos y los alpes y pirineos franceses junto a la clásica de las clásicas, la carrera de un día más codiciada por los corredores sin discusión, la Lieja-Bastogne-Lieja. La carrera más antigua de las que aún hoy se sigue disputando, que comenzó a rodar en 1892 y que mantiene ese halo mítico de las competiciones deportivas más distinguidas.


Y como casi todo en el ciclismo, pero aún más tratándose de un monumento del mismo, es un homenaje anual a la grandeza de éste deporte y también un termómetro donde valorar su estado de forma, si llegó o no a la muerte natural, o si aún es posible salvarlo. Un punto donde la historia, las gestas, la dureza y la belleza se encuentran con la modernidad, los cuadros de fibra de carbono y los pinganillos. Es siempre importante guardar un buen tributo a la historia viva, porque casi siempre representa lo mejor del pasado y poner una pica en su memoria es simplemente desvirgar la pureza y la grandeza de toda una forma de sentir, casi de vivir. Pero en competiciones de este calado, de esta importancia, de la memoria irreductible e imborrable de tantos que tanto dieron, es casi un delito faltar a la cita con el pasado, con las glorias legendarias que surtieron de pasión y espectáculo las carreteras, en este caso, en las carreteras y caminos de las ardenas valonas. No es sencillo nunca estar a la altura de las consecuencias, y más en un deporte moribundo que cierne sus penas en su activo más importante que es sin duda su admirable pasado, pero para ello existen o deberían existir para muchos los ejercicios de responsabilidad, el poder echar la vista atrás y contemplar la grandeza.


Porque Lieja-Bastogne-Lieja no es sin más una carrera dura por un recorrido plagado de cotes(en el otro lado de la frontera flamenca muurs o bergs y en español colinas, muros o subidas cortas) y con un kilometraje que raya con los antiguos calvarios. Es una mezcla de dureza y sentido del respeto. Así como en los campos elíseos de París una vez llega un extenuado pelotón a sus últimas vueltas no se puede ir a ritmo de burra esperando acontecimientos porque es una falta de respeto a una tradición que tan sólo llega desde 1975, en la Lieja no se debe pensar nadie que la clave del éxito estará en ganar de cualquier manera. En carreras como ésta es donde se forja la leyenda, esa es sin duda la característica que las diferencia de otras con trazados de parecida dureza y perfil. En las carreteras en las que mañana muchos se enfrentarán a la carrera más dura para sus piernas de toda la temporada y ni siquiera la terminarán, se han hecho grandes muchas de las más insignes personalidades del ciclismo en la historia. En estos parajes corredores como Eddy Merckx, Bernard Hinault, Fred De Bruyne, Ferdi Kubler o Sean Kelly pasaron de ser grandes campeones a auténticos mitos para siempre.


Curiosa es la historia de la carrera con los dos mejores corredores de la historia, Eddy Merckx y Bernard Hinault. Si Eddy Merckx encontró en Milán San Remo su lugar para demostrar al mundo que sería un caníbal que deboraría a cualquiera que se pusiese en su camino, y en el Giro de Italia y el Tour de Francia que era un corredor preparado también para las grandes, en Lieja-Bastogne-Lieja encontró el lugar perfecto para poner en funcionamiento toda la potencia de que sus piernas eran capaces de llegar(ganándola en 5 ocasiones). Es posible que se tratase de la carrera que mejor le iba a sus características, ya que a su increíble capacidad para rodar en llano con una posicición siempre de fuerza tremenda, le unía la impresionante potencia y empuje en las cotas, donde apenas sin levantarse podía imponer una velocidad incapaz de seguir para nadie. Su lugar primordial para probar era la côte de la Redoute, la más significativa de toda la prueba, una de las más duras con 2.1 km al 8% de media, y uno de los lugares más místicos de la historia del ciclismo. En su primera victoria, en 1969 se escapó aún antes, con su compañero en Faema Victor Van Schil, que en Saint Tillman estaba absolutamente rendido. Sin embargo, y con 8 minutos de ventaja sobre el pelotón, Merckx intentó que llegara con él a meta y así ocurrió, en la meta de Ans ganaba Merckx con su compañero segundo, y el grupo perseguidor a varios minutos.


En todo caso Merckx consiguió su victoria más impresionante en 1972, cuando atacó en la cota de Stockeu y se fue en solitario durante más de 50 kilómetros levantando los brazos en la llegada con mucha más tranquilidad(más de 2'30''de ventaja sobre Wim Schepers) que el año anterior, en el que un ataque en solitario desde la côte de Wanne le había hecho ganar una renta de 5 minutos que se diluyeron en los últimos 20 kilómetros, donde fue alcanzado por George Pintens(que ganaría en 1974) al que le ganó al sprint después de no haberle dado ni un solo relevo, no por falta de ganas, sino por absoluta incapacidad dado el desfallecimiento que había sufrido, y que también machacó a Pintens en el último suspiro. Pero quizá el corredor con la mayor gesta en Lieja sea Bernard Hinault. Le Blaireau consiguió en las carreteras valonas el primer gran triunfo de su carrera, con 23 años venciendo en un sprint de grupo ante nada menos que Didi Thurau. Esta gran victoria, del que se decía que era un grandísimo contrarrelojista(lo que demostró en Octubre imponiéndose en el GP de las Naciones) y un un corredor duro en la montaña, fue el inicio de un palmarés increíble. Pero también de una personalidad extraordinaria y un ganador siempre fiel al máximo espectáculo.


Y en 1980 iba a tener las condiciones perfectas para machacar a sus rivales, en unas condiciones dantescas de nieve y viento que hicieron recordar a los más viejos del lugar la funesta edición de 1919, donde Léon Devós, el final ganador de esa edición, y todos sus compañeros de pelotón debieron esperar hasta 2 horas en Bastogne a que se pudiera reanudar la carrera ya que la nieve hacía absolutamente inviables las carreteras que iban a recorrer, y finalmente sólo acabaron aquella edición 6 corredores, con 2 de ellos sin tiempo exacto de llegada, con temperaturas de hasta 10 grados bajo cero. 61 años después el paisaje blanco también era el protagonista de unas mejoradas carreteras valonas, y le dieron alas a Hinault para iniciar una gesta que aún siempre se recuerda cuando se habla de la Lieja-Bastogne-Lieja. Sólo terminaron 21 ciclistas, y el francés sacó al segundo más de 9 minutos en meta, en un ejercicio de concentración y fuerza absolutamente increíble. Pero otros muchos también se hicieron un nombre en esta carrera, sobretodo Moreno Argentin y Michele Bartoli en las últimas décadas, quizá los dos últimos corredores capacitados para tener cierto status de dominadores de la carrera, una carrera en la que cada vez más es más difícil repetir victoria.


Pero como hemos visto, las victorias nunca significan lo mismo. Y no es lo mismo un bonito espectáculo en el símbolo, la Redoute, con favoritos atacando(como Bartoli y Vandenbroucke en 1999, o Bettini un año después con Garzelli) y dejando una carrera rota a 35 kilómetros del final que se convierten en un espectáculo grandioso de grupos luchando a través de un tobogán, que una carrera en la que todos escatimen esfuerzos para ver si llegan con opciones a Ans y les viene una inspiración divina en un sprint que casi nunca llega a buen puerto. En estas carreras es el momento de la valentía, del espectáculo y del inconformismo, no manchemos el ilustre historial de la carrera con victorias de corredores que sólo muestren su cara a 100 metros del final. Eso también es demostrar que el ciclismo ha cambiado, ha cambiado a mal. Y esas cosas, además del tan cacareado dopaje, dañan no sólo la imagen actual del mismo sino también la legendaria historia que ha mantenido viva siempre este tipo de monumentos, de fechas señaladas y esperadas por tantos. Esperemos que los ciclistas entiendan que el realizar sacrilegios en pruebas mágicas como ésta no sólo les daña a ellos, daña al ciclismo en general. Esperemos que el chuparruedismo, el pinganillo y la la falta de valentía no nos impidan rendir a esta histórica cita el espectáculo que se merece y la hizo grande.

1 comentario:

alby dijo...

Bueno pues acaba de terminar el insulto y todo lo que ayer escribía con emoción se lo han pasado hoy por todos los sitios salvo por el honor y la responsabilidad.

Un INSULTO la carrera, resumida en una subida a Ans que nos dicta sentencia de lo que significa el ciclismo en la actualidad. Nunca pensé que el ciclismo cayera tan bajo y que fueran los ciclistas españoles los únicos aprovechados de ello.

No tengo palabras, quizá mañana piense las cosas un poco mejor para escribir algo, porque francamente el espectáculo bochornoso vivido me impide ciertamente tener mucho más crédito a este deporte. Al final tendré que ir a ver "in situ" ciclismo amateur que parece mejor.